martes, 30 de marzo de 2010

Carta y regalo de Andrés Oyola


Amigos, buscando la partitura de la Misa de la Juventud de Halffter, que se editó manuscrita en Comillas, he topado con tres cuadernos de obras del P. Prieto, que tenía totalmente perdidas de vista. En efecto, en los fondos del coro parroquial de mi pueblo, que dirigí hasta convertirlo en coral mixta, aparte de la partitura citada, he localizado tres cuadernillos, dos manuscritos y un tercero impreso en Bilbao, todos ellos de 1967, con la música coral de Semana Santa que Prieto fue componiendo según las normas del Vaticano II >>

Ver partitura Graduales y Tractos (Prieto, 1966) >>

2 comentarios:

  1. De veras que vuestros comentarios son siempre tan escasos, que no acabo de sorprenderme de que sobre estas partituras nadie diga nada. Porque para mí ha sido una sorpresa total el que Prieto musicalizara o al menos comenzara a hacerlo, las antífonas de la Semana Santa en castellano, después del Vaticano II. Hasta me ha conmovido esta actitud de su parte, de no resignarse a la pérdida para la Liturgia de piezas musicales, irrescatables tal vez tras el cambio de idioma, de remar contra corriente.
    ¿Còmo se explica que no haya de estas piezas ninguna alusión ni en „El Eco de aquellas voces“ ni en las cartas de comilleses, cuando alguno asegura que esos responsorios se cantaron en el coro por lo menos en dos de sus años de Comillas? Que se me corrija si estoy mal informado o soy mal investigador. ¿Será que se tuvo tal vez a estas armonizaciones por algo asi como las hermanitas vergonzantes, comparadas con los triunfos musicales del pasado?

    Cuánto le agradecería a AZAGRA, que tan bellamente sabe hacerlo, que nos regalara esta Pascua aunque no sea ya sino „en el tiempo pascual“ , una de sus ejecuciones al órgano, para poder conocerlas, gustarlas y seguirlas con el texto de las partituras por delante.(Le envío a él copia de este comentari, por si no entra a leer estas esquinitas).
    José Manuel Ruiz Marcos

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  2. „Aquellas voces que no dejaron ecos“,
    me atrevo a titular esas partituras después de recibir la rápida respuesta de Gregorio Azagra. Confirma mi sospecha de que fueron nada más que hermanitas vergonzantes, escritas por un Prieto solitario y abatido, para una Schola ya casi inexistente, a finales de los 60, donde nadie bajaba a los ensayos, y él se salió del paso con ligerísimas composiciones sin ningún interés musical, para una liturgia ya también sin pretensiones. Era el derrumbe final. Pienso lo que tuvo que sufrir aquel hombre en su sala de Música, en el Coro, en sus soledades de compositor,al rebajarse a esas alturas después de su obra maestra , la Schola, y de tantas obras maestras suyas. Sin embargo, está bien saberlo: esas partituras pertenecen a la Historia, la historia de nuestra Schola! son documentos fehacientes de la agonía final, adoquines de dos Vías Dolorosas , la de la Schola y la de nuestro Director y Maestro. Son testigos mudos de sus decepciones y dolores. La noche oscura del derrumbe y la separación de sus seres queridos:
    "Cum repeto noctem, qua tot mihi cara reliqui,
    labitur ex oculis, nunc quoque, gutta meis".
    José Manuel Ruiz Marcos

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