Ya que hemos empezado a hacer público el material de que disponemos de la correspondencia entre Otaño y Prieto, no estará de más aportar algunos otros fragmentos.
Traslado aquí las impresiones, mejor, juicios de Otaño sobre el padre Prieto, sin omitir algún otro aspecto que entra en lo más cotidiano y humano. Como se podrá ver, sin desmentir la caracterización que Manero hizo de Otaño y que se desprendía, igualmente, de la selección de textos del propio jesuita que leímos anteriormente, aparecerá aquí la otra cara del padre, mucho más atractiva, mucho más bondadosa. Están tomados de la ya referida carta del 16 de febrero de 1934. Vaya, pues, adelante la semblanza del padre Prieto artista. (Ver documento >> )
Ramón Cubillas
Conmovido hasta lo más hondo ante la grandeza de espíritu que nos muestra Otaño en esta carta. La agudeza de su observación, la profundidad de su análisis, la sinceridad con que se expresa y el cariño indudable, en una persona que es consciente de su propia aridez y brusquedad de carácter, son cosas que me han impresionado muchísimo. Después de leer esto, los dos han crecido muchísimo en mi admiración y en el aprecio que podemos sentir por sus obras. Felicitaciones y agradecimiento a Ramón Cubillas por estas aportaciones suyas : ¿puede haber algo que las supere en orden a cumplir los fines de nuestra Asociación? Para mí esto es lo mejor de cuanto ha aparecido en el blog.
ResponderEliminarRafael Manero
No parece que le hiciera mucha gracia a Otaño el modo en que Prieto dirigía la Schola. Había estado Otaño en Comillas coincidiendo con el triduo de Carnaval y el inicio de la Cuaresma y había asistido el día 11, primero del triduo, a una representación del “Edipo Rey” a cargo de los retóricos. Al día siguiente, lunes, hubo un concierto, con la presencia de numeroso público de artistas y aficionados, en el que dirigieron la Schola Prieto y Otaño; de ahí esa impresión de primera mano que expone Otaño en su carta valorando la dirección del “Miserere” de Goicoechea y de ignoro qué pieza de Brahms, y la actuación del coro. Exigente, muy exigente este Otaño.
ResponderEliminarRamón Cubillas
Pero añadamos un poco más. Al año siguiente, en carta a la que ya hemos referencia en otro lugar, tras hablarle de su actividad por Galicia, donde había estado durante dos meses, y lamentarse de que no se hubiera logrado que fuera Prieto a estudiar con Turina («Lástima es que no pueda V. ir con Turina. Sobre esta conveniencia hablé yo despacio con el P. Rector, ahí, incluso ofreciéndome a sustituirle si hacía falta. Creo que es el momento para que complete V. su formación; pero la razón económica influye sin duda en ello. Si yo tuviera los recursos de antes, créame que los pondría a su disposición para ayudarle en cosa que juzgo absolutamente necesaria para V.»), prosigue en los siguientes términos:
ResponderEliminar«A mí me parece que V. tiene condiciones para todo y me he confirmado en ello últimamente; pero las tiene que rellenar y perfeccionar. Yo podré equivocarme, no tengo a mi favor más que la experiencia de los años y de las prácticas, los estudios que muy seriamente y sin regatear medios he hecho y la continua observación práctica y técnica. Podré ser tal vez quisquilloso, porque ni de mí estoy contento jamás; pero cuando me refiero a V. no me fijo en puntillos; enfoco lo esencial, lo que para mí es ya cuestión de ser o no ser.
»Respetando sus tendencia que pueden ser diversas de las mías, hay en arte, como en todo, una base de organización y de construcción que es necesario dominar técnicamente. Sin esto todo se bambolea. A V. le convendría mucho someterse a una disciplina en primer lugar, y luego, para mayor seguridad y eficacia, a una dirección en sus trabajos, sometiéndose a la corrección, aunque de pronto no vea V. las consecuencias. Concibe V. los planos, pero en su ejecución a mí me parece que no precisa V. los términos, que sale por donde puede y no por donde debe ser, en lo cual influye en V su aspiración a lo moderno, que cree V. conseguir por cualquier modo por aquello de que la libertad ahí es ilimitada. De hecho, el resultado es horroroso, inestable y hasta dislocado. Le preocupa a V. la orquesta, pero le debe preocupar mucho más la construcción, en la que debería V. trabajar un poco, diariamente, estudiando e imitando a Bach en los corales, en las cantatas, en las obras mayores e incluso en las pianísticas. No se contente V. con tocarlas; eso no basta. Hay que escribirlas, rehaciéndolas, una vez enterado de ellas, a fuerza de observación, memoria y tanteos. Eso es lo único que da un gran dominio de líneas, de desarrollos, de engranaje y de sentido musical. Cuando ya la pluma es capaz de verter el pensamiento con toda precisión, se puede ir a cualquier lado.
»Ese trabajo es cosa de V. Lo puede V. hacer en su cuarto. Pero hay que hacerlo a todo trance, aunque sea media hora al día. No le puedo dar a V. mejor consejo y se lo doy con toda mi alma y si lo practica V. me lo agradecerá eternamente. Bueno es enterarse al mismo tiempo de la técnica gramatical (armonía, contrapunto) por los tratados, para que ningún recurso pase desapercibido y, sobre todo, para poder calcular exactamente en significado, tendencia y posiciones de cada fórmula. Empiece V. por los corales de Bach que son el arca santa de toda resonancia armónica. Una hora que emplee V. cada día en eso, si la lleva V. con rigor y método, le dará a V. en pocos meses lo que ni los mejores maestros le darían. Acostumbrarse a oír dentro la música y a trazar los planes sobre la mesa y no en el piano, sirve grandemente a la claridad mental, aunque luego, para la expresión de los detalles se use el piano».
Ramón Cubillas
Y sigue siendo inapreciable este descubrir el pensamiento de Otaño, más que como crítica a Prieto, como expresión de lo que debe hacer el compositor si quiere que su obra de creación sea sólida y verdaderamente valiosa. Sobre los Corales de Bach, que no basta tocarlos, que hay que estudiarlos y tratar de emularlos. Que el poseer dotes brillantes puede llevar al músico a encontrar soluciones fáciles a problemas complejos: ese “salir por donde se puede y no por donde debe ser”. De Bach cuentan que a veces se quedaba mirando al vacío, hasta que terminaba diciendo “así debe ser”. No cabe duda de que la música “é cosa mentale” antes de que sea cosa sonora. De ahí ese consejo inapreciable de tratar de oír por dentro y de buscar la claridad mental en la construcción de las obras. Todos estos son consejos del más alto nivel. Son un “duc in altum” para no contentarse con lo primero que a uno se le ocurre. Esto explica tal vez el que Otaño hiciera escuela y que su magisterio formara compositores de la talla de Ruiz Aznar y de Almandoz. En tanto que los que hubiéramos querido estudiar música en serio, tuvimos que buscar otros maestros que nos enseñaran a hacer la “o”. Me ha llamado la atención que, a la hora de recomendarle un maestro, sea Turina y no Granados, con el que (ya lo hemos conocido por Cubillas) Otaño tuvo relación y al que admiraba sinceramente. Otra cosa: lo que a nosotros nos fascinó de Prieto también lo reconoce Otaño: ”.«La obra de V. me define claramente y sin género de duda lo esencial y básico. Revela en V. un bello y rico temperamento. Tiene V. condiciones artísticas de primer orden. Le veo a V. capaz para el arte en un grado elevado de potencialidad. Discurre V. perfectamente, se asimila V. las obras, que escoge como modelos, con ese criterio tamizado, fino, perspicaz y seguro, propiedad del talento y de un juicio estético singular y exacto”.
ResponderEliminarHemos sido afortunados al conocer tan de cerca a dos grandes músicos. Ramón, sigue soltándonos más cosas que abran aún más nuestro apetito. Rafael Manero.
1 de julio de 2011 16:22
Claro, Granados había muerto en 1916 en el Canal de la Mancha. Pro dolor! R.M.
ResponderEliminar1 de julio de 2011 16:51
No le causó poca extrañeza al padre Prieto lo que Otaño le decía y, con todo, el joven vigoroso Prieto, “con unos arrestos que los más de vosotros no pudisteis conocer” como escribía Josema, que siente “que los años pasan y al parecer no hago nada”, se somete al dictamen del maestro y, a vuelta de correo, le responde como sigue:
ResponderEliminar«Respecto a la composición me deja V. algo desconcertado. Yo no sé si recuerda V. que yo dediqué tres años íntegros en Barcelona a repasar toda la armonía, contrapunto, práctica de composición, con corales, &.&. a lo Bach, imitación de motetes polifónicos a lo Palestrina, Victoria, &. En ese tiempo me limité casi exclusivamente al estudio, dedicando como mínimo una hora diaria al trabajo sobre la mesa. Si V. cree que no saqué provecho o que al menos no se me conoce, yo acato su parecer que siempre para mí, en estas materias, es sagrado; pero créame que me hallo perplejo sobre lo que debo de hacer».
Y continúa aludiendo a lo de Turina y pensando en su futuro:
«Lo de Madrid, con Turina, no se frustró por razones económicas, pues eso lo había yo solucionado ya. Parece que había algún otro asunto que al P. Prov. le intimidó para dar su aprobación, pero yo ignoro cuál fuera.
»Yo le agradecería que V. le pusiese una letras al P. Prov. nuestro sobre lo que V. piensa que me conviene. Yo le escribiré por mi parte nuevamente. Si a V. le parece que seria factible que yo trabajase con V. ahí o en otro punto, por temporadas, dígamelo y propondré la idea».
Ramón Cubillas
1 de julio de 2011 18:26
Emoción...intriga...¿y qué contestó Otaño a ese "yo no sé si recuerda V."? De todas formas, es posible que esta "crítica" tan inmisericorde de Otaño sobre Prieto nos sorprenda, incluso nos moleste un poco. Pero las descalificaciones se han dado con frecuencia entre grandes músicos.Wagner ponía por las nubes a Saint Saëns como pianista, increíble lector a primera vista de complicadas partituras de orquesta, pero lo misnusvaloraba como compositor. Yo oí una vez a Mompou decir en una entrevista en TV que a él no le gustaba nada Beethoven. Para él Beethoven era "el compositor por excelencia" y que él (Mompou) prefería "descomponer". A parte de la risueña boutade, uno comprende, al escuchar el emocionante latido de su "música callada", que quien vaya a buscar en ella construcciones a lo Beethoven no las encontrará en absoluto. Y sin embargo Mompou es un genio y su "Cantar del alma" con letra de S. Juan de la Cruz, que ya ha sonado en este blog, nos deja temblando, justamente por"ese no sé qué que queda balbuciendo". El arte, en el fondo, es un misterio ¿no os parece? Rafael Manero
ResponderEliminar1 de julio de 2011 23:16
Intentando comprender, aunque con el corazón partido.
ResponderEliminarEn la carta, que nos ha proporcionado Cubillas, todo el juicio crítico de Otaño parece arrancar de la consideración de la “Suite en mi menor” de Prieto, dice: “Ahora, al ver su Suite y al observarle a V. despacio como intérprete o director, creo haber llegado al fondo de la cuestión”. Tenemos la partitura de esa Suite, que no es otra que la “Pequeña Suite en mi menor” para orquesta. He digitalizado una fragmento del primer movimiento, para que nos podamos hacer una idea. Yo no me atrevo a erigirme juez entre ambos maestros. Ni que decir tiene que las grandes obras de Otaño me dejan temblando de admiración y lo mismo me sucede con las de Prieto. Lo que se me ocurre decir al respecto sea dicho pues “cum timore et tremore”. Pero la “Suite en mi menor” de Prieto me parece una deliciosa obra para orquesta de cámara, compuesta al estilo de Debussy con la escala de tonos enteros (la escala “del afilador”, la que suena –o sonaba- en esos caramillos de los afiladores gallegos) No es Prieto todavía él mismo. Es más Debussy que Prieto, pero un Debussy imitado o asimilado de una manera maravillosa. El mismo Otaño no tiene más remedio que reconocerlo. Dice en su carta “Discurre V. perfectamente, se asimila V. las obras, que escoge como modelos, con ese criterio tamizado, fino, perspicaz y seguro, propiedad del talento y de un juicio estético singular y exacto”...”sabe V. decir lo que siente e ir donde quiere». Lo que pasa es que Otaño tenía una concepción de lo que debía ser la música religiosa muy quintaesenciada, muy depurada y muy precisa, y en esa concepción no entraba el modo de componer de los impresionistas. El intento de Prieto de hacer música religiosa con esos ropajes armónicos le parece más bien algo profano. Le dice en la carta “yo me inclino a creer que esa orientación es más bien para la música, llamémosla profana, en contraposición a la religiosa”. Y no es que Otaño fuese una antigualla, enemigo de modernizar el precioso legado de Bach, Palestrina, Victoria, la gran polifonía sacra hasta llegar a Goikoechea y él mismo. Pero su línea, para incorporar técnicas modernas en lo religioso, pasaba más bien por Liszt, César Franck, Wagner, Brahms, Mahler, Max Reger, Bruckner...pero no por Debussy, por cuya música sentía una antipatía visceral. De ahí a suponer que a Prieto le faltara formación y a señalarle incluso los deberes no hay más que un paso. Eso es, me parece a mí, lo que se trasluce en esa carta, que casi nos escuece más a nosotros que lo que le debió doler a Prieto. En fin, nos quedamos con el corazón partido: una de cal y otra de arena, “haec oportet facere et illa non omittere”, “de rore coeli et pinguedine terrae”...¡Otaño y Prieto!...¡ra-ra-ra! Rafael Manero
Ya todos lo sabéis. Ni idea tengo, prácticamente, de todas las particularidades musicales de que habláis.
ResponderEliminarManero, cuando hablas de la “Suite en mi menor” te ref9ieres de “Las hogueras de san Juan”?
Sólo, ahora, eso.
Ramó Cubillas
La "Suite en mi menor" es una obra sólo para orquesta (no hay coros, no son "las hogueras" ni la Sinfonía Cántabra) y la partitura que tengo lleva el título de "Pequeña Suite en mi menor". Que yo sepa, es la única obra de Prieto que adopta esta forma musical en la que un tema va adoptando diversas presentaciones a lo largo de una serie (suite) de números o pasajes musicales. No sé en qué año está escrita, pero por el estilo debe de pertenecer a su primera época. El que Otaño, al mencionar sin más una Suite de Prieto, se refiera precisamente a ésta composición de la que hablo es una suposición mía. No sé si acertada; espero que sí. (¿no hay ninguna contestación de Otaño a este desconcierto que Prieto manifiesta en su carta,en la que dice "créame que me hallo perplejo sobre lo que debo de hacer»?).
ResponderEliminarRafael Manero.
3 de julio de 2011 00:23
Enhorabuena al creador y "mantenedor" de este blog, que más parece un chat entre Manero, Cubillas y algún otro. Es decir, participación, un suspengo grande. No obstante, repito, todo el peso y valor para Alejandro, creo yo.
ResponderEliminarNo entiendo cómo hay más de 50.000 visitas y solamente participan dos personas, que además, desde mi punto de vista, lo hacen con tanta pulcritud,que parecen más que blogeros, integrantes de la Real Academia de las Letras y de las Artes (música). No hay discrepencias, ni críticas, todo auntobombo y complacencias.
Resulta difícil participar, para los que no dominen el lenguaje, sean estudiosos e incluso alumnos de Mozart, perdón de Bach.
Saludos a todos de este visitante.
Al "Anónimo veneciano": ¿de verdad observas "autobombo" en las intervenciones que aparecen en el blog? En todo caso asumo el papel de interpretar a "Manolo el del bombo" en un partido que a mí me parece apasionante y a otros les hace bostezar. En todo caso ya sería bueno escuchar alguna vuvuzela que otra en temas musicales -únicos en los que hago sonar mi bombo. Hay mucho callado en las gradas. Por lo visto sólo miran. Mis saludos. Rafael Manero
ResponderEliminar3 de julio de 2011 20:59
Querido AnóniMo, gracias ante todo por tu felicitación y, ya que echas en falta las discrepancias permite que exponga algunas:
ResponderEliminarEs cierto que en estos últimos temas la participación de Ramón Cubillas y Rafael Manero ha sido verdaderamente estelar (“heterobombo”) pero no sería justo silenciar las colaboraciones de Juan. B. Gallastegui con sus traducciones del euskera (aún queda material por publicar), la crónica de Erauskin sobre el concierto del F. Remacha en Muskiz, las fotos que envió Mª Ángeles, la información de Lino Uruñuela sobre el L.P. del Orfeón Donostiarra en el que aparece una grabación antigua de la “Marcha”, incluso mi discreta intervención como comentarista y las de JoséMa Rumarcos que ilustraron la historia de la composición de Otaño. Si añadimos este crítico comentario tuyo serían 9 comentaristas (o debiéramos decir 8?) sobre el tema que nació con Otaño y la Marcha de San Ignacio.
Tengo que recordarte, además, que el concepto de participación está, hoy día, muy discutido. Habida cuenta de que vivimos una cultura de consumo, lo que realmente pesa, por ejemplo en estudios de TV, son los índices de audiciencia. Curiosamente en la final del mundial de futbol únicamente intervinieron unas decenas de personas y sin embargo fueron muchos cientos de millones quienes la “vieron”. O sea, que la desproporción entre visitantes y participantes no sólo afecta a nuestro blog.
El buen entendimiento entre los comentarios de Ramón y los de Manero, para mí es un gran valor. Y no creas que vale todo. Hay documentos que no han salido a la luz (todavía) por falta de calidad formal, de oportunidad o dificultades técnicas. Ramón. Juan B., Lino, Arcadio y otros muchos saben de qué hablo.
En cambio sí debo darte la razón en que el nivel está un tanto elevado (demasiado quizá) y ello dificulta la participación de quienes no tengan una formación musical suficiente. Hoy mismo se lo escribía a Rafael para rebajar un poco el tono. Tengo que reconocer, sin embargo, que algunos, yo entre ellos, no tenemos formación para intervenir pero disfrutamos intensamente la oportunidad de aprender.
Termino agradeciendo tus elogios, tus críticas… y te invito a aportar algo más al debate. Yo estoy seguro de que sabes del tema y podrías enriquecerlo. ¿A que sí?
Alejandro Rivas
Alejandro y Manero, al segundo no conozco pero sí al primero.
ResponderEliminarSi en algo os he molestado u ofendido, vaya el perdón por delante. No me atrevo a dar el nombre, por cobardía y sobre todo temor a no estar a vuestra altura. Amo la música, de hecho ahora a mis 60 y pico estoy estudiándola. Visito muy a menudo este blog, me gusta. Soy persona muy irónica y desde el respeto, queria encender un poco la chispa, y por qué no la discordía, el debate. Quería, y sigo queriendo, que el peso del blog no recayera solamente en la misma persona, porque sé muy bien, la cantidad de horas que "se meten" en el ordenador antes de que "algo" salga a la luz. Tiempo, por otra parte, que si no estás "puesto" en temas informáticos, la mayoría de la gente no lo valora nunca.
Anónimo veneciano.
Amigo Anónimo, no ha habido molestia alguna y mucho menos ofensa. Bienvenida esa esa chispa y todo el debate que pueda ocasionar.
ResponderEliminarQuiero decirte que si amas la música y, en concreto, este tipo de música que nos une, eres "amigo de la Schola", sea cual sea tu nivel musical. La mayoria estamos al mismo nivel que tú. Y no te cortes, opina, pregunta, aprende... serás bien acogido siempre.
Alejandro Rivas
Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Prieto, según Otaño":
ResponderEliminarEn un vuelo rasante sobre este blog, como sobre otros, he dado por casualidad con lo que se ha aatrevido a decir "Anónimo veneciano". Aplaudo su primera intervención, no la segunda en la que dice "vaya el perdón por delante". Mi nombre de marcha es "El sueño de los vencejos". Como todo el mundo sabe, estos raudos animales odian posarse en tierra, como a la pena de muerte (por un error dactilográfico había escrito "como al pene de la muerta", vaya por Dios) ...
Nota del webmaster: Tras una leve meditación he decidido guardar “aparte” el resto de este comentario, no por su tono crítico (siempre aceptable) sino simple y llanamente porque se sale del tema. Si alguien quisiera conocerlo completo se lo enviaré por correo.
Alejandro Rivas
Hombre, Alejandro, alguien que comete errores dactilográficas tan brillantes no puede decir cosas desnortadas. Publícalo, hombre, a ver si esto se anima. Rafael Manero
ResponderEliminarPues... igual tienes razón. El caso es que ahora lo leo más despacio y le encuentro la gracia que en la primera meditación (debía ser la de la mañana a la que nos enfrentábamos casi dormidos)no acerté a ver.
ResponderEliminarPues ahí va el texto completo y... a ver si aciertas y se anima la peña:
En un vuelo rasante sobre este blog, como sobre otros, he dado por casualidad con lo que se ha aatrevido a decir "Anónimo veneciano". Aplaudo su primera intervención, no la segunda en la que dice "vaya el perdón por delante". Mi nombre de marcha es "El sueño de los vencejos". Como todo el mundo sabe, estos raudos animales odian posarse en tierra, como a la pena de muerte (por un error dactilográfico había escrito "como al pene de la muerta", vaya por Dios), y semiduermen en el aire a dos mil metros de altura. Los científicos dicen que solo les duerme la mitad del cerebro y que sólo pasan por la fase WSW del sueño. Alguno de vuestros blogeros parece mantenerse en ese inestable y poco lúcido estado de la duermevela. En general ustedes me parecéis un poco los "que dormitis". La música que evocáis y ante la que ponéis los ofos en blanco es toda música de muertos. A tiro de ballesta ustedes me parecéis creer a pie juntillas en la resurrección de los muertos. "De la carne" se dice ahora. Los muertos son una cosa un poco vaga, en cambio la carne, todo el mundo puede comprobar (es un decir, sólo los que tengan estómago para ello)que se deshace muy concienzudamente para que el milagro de su resurrección sea verdaderamente formidable. Pero ese día no sonará la música de ustedes sino la que yo llevo en la cabeza y en el corazón: "Ni Otaño ni Prieto / sino Kiko Argüeyo. Ésa es la fetén. Firmado: "El sueño de los vencejos"
Qué intuición, Secre, publicar las dos fotos...
ResponderEliminarLas dos fotos al principio en el blog, una frente a otra, revelan dos caracteres encontrados. Fotos de dos verdaderos artistas, desde luego. La de Prieto, así se imagina uno un artista, la de Otaño parece equivocada. Ambos son de seguro y como veros artistas, humanamente vanidosos Pero la de José Ignacio es vanidad de azotea, inocua y aireada; en Otaño es vanidad de sótano. La faz de Prieto es soñadora, y de ingenuidad casi infantil, conmovedora; en la de Otaño retiemblan otros aires, es la concentración del Gran Inquisidor.
Némesis, la Venganza.
Debió hasta de equivocarse de Orden, con la serie de jerifaltes inquisidores que la de Predicadores le regaló a España. De su correspondencia derivo que nunca le perdonó a Prieto, cuyas cualidades exulta , el no haberse sometido a su dirección como pupilo “¡DIOS, QUE BUEN VASALLO, SI OVIESSE BUEN SEÑORE! ¡Qué laudes para tal maestro si se le hubiera entregado incondicionalmente tal aprendiz!. Le recomienda a Torina, pero “Lástima es que no pueda V. ir con Turina. Sobre esta conveniencia hablé yo despacio con el P. Rector, ahí, incluso ofreciéndome a sustituirle si hacía falta”. Esta frase es para mí reveladora. Habló , despacio por más señas, con el superior de Prieto sin comentarlo siquiera con el quien ambicionaba como candidato a pupilo, por eso se lo tiene que contar,”post factum”, porque el interesado no sabía nada. Prieto le respetó, como Otaño sin duda lo merecía, pero también le esquivó. Sus razones tendría para distanciarse de lo que en el claustro de Comillas se runruneaba sobre la Schola, a la que Nemesio llegó a llamar”mi Conservatorio”.
Son indudablemente dos artistas pero de carácter distinto. En la Guerra Civil, Prieto sirvió como capellán en el ejército vencedor. ( yo le conocí en el Coro, , Semana Santa 1939, recién acabada la guerra. y de uniforne). Otaño cantó entre otros aportes a la música militar de entonces, en el Himno ”Franco, Franco, tu nombre es blasón” las glorias del Caudillo que le honró entre otras distinciones con el cargo de Director del Conservatorio Nacional. Si no me equivoco, (¿?)fue también de su autoría el ensamblaje de los tres himnos: el Oriamendi, el Cara al Sol y la Marcha Real, la overtura de cada noche para el “Parte” de Guerra del Cuartel General del Generalísimo.
Lo que dicen las dos fotos...
José Manuel Ruiz Marcos
JoséMa, tu comentario a las dos fotos es de antología, sí señor. Las cartas que hemos leído reviven en él, haciéndonos ver en esos dos gestos todo ese mundo interior; el de Prieto,hecho de admiración y desconcierto; el de Otaño, de dureza e intransigencia, disfrazadas de sinceridad. "Vanidad de azotea, inocua y aireada", "vanidad de sótano, de Gran Inquisidor" ¡Qué bien expresado está eso! Saludos. Rafael Manero
ResponderEliminar¡Que formidable acierto el de Ramón Cubillas al desvelarnos esa antológica correspondencia Otaño-Prieto! Una correspondencia que, destripada, psicoanalizada sesudamente por nuestros blogueros (nada que envidiar a los socorridos psicos argentinos), nos permite avanzar en el retrato y relación de dos personajes tan familiares. Al fin y al cabo somos deudores de los dos, de su música desde luego, pero además en el caso de Prieto, de quien nos iniciara a tantos en el gusto por lo mejor de Beethoven, Wagner, Chopin, Saint Saens, Ravel o Debussy. Uno recuerda agradecidamente, cuando casi niños escuchamos por primera vez el delicioso “Pierre et le loup” de Prokofiev.. Aquella sería la primera y tierna paja musical y se la debemos a Prieto.
ResponderEliminarPero vamos a la correspondencia de los dos. El diálogo entre el inquisidor-maestro vergonzante y el joven que aspira al éxito por libre es el reflejo, en pequeña escala, de las suspicacias, malignidades y rencillas que han privado tan abundantemente entre los grandes músicos de todas las épocas. ¡Que pocos se salvan! Es cierto que en la literatura, en la pintura, en el arte en general, ocurren tres cuartas partes de lo mismo. Una cosa es el genio de los que escriben, pautan o manejan el pincel y otra la visión en la corta distancia (a la que tan pocos resisten o resistimos) de esos mismos genios.
Hablando de arte, confieso que no me atrevo a contestar por escrito al envido que nos hacía Rafa Manero al concluir uno de sus comentarios “el arte, en el fondo, es un misterio ¿No os parece? “ Creo que es un tema realmente atrayente pero no sé si con tantísimos “voyeurs” del blog de Alejandro y tan reducida participación de kamikazes, podemos acabar apareciendo como repelentes exqüisitos (en línea con aquel condiscípulo nuestro, el mas exqúisito de los exqüisitos, el exqüisito Aguirre, que en paz descanse con los Grandes de España). De toda formas Rafa, queda el tema para que le demos vueltas cuando nos veamos ¿Te parece?
Ah! Y que sigan los comentarios..
Javier
Te aseguro JoséMa que lo de las fotos no es casual, como tú has captado perfectamente. Tenía claro que los quería "en frente" del mismo tamaño y con esas expresiones. La de Otaño no me costó elegirla (suele salir en las fotos con esa cara de hacerte un TAC o una resonancia magnética del alma) De Prieto, en cambio, las tengo de todos los colores: con pajarita, con kimono, bebiendo, jugando, de jovencito y hasta de anciano "desvalido". Pero esa, justamente esa, revelaba la arrogancia con la que yo imagino que leería las cartas de Otaño. Recordaba aquellas advertencias severas sobre los graves perjuicios que ocasionaba a la Schola la retransmisión por RNE de la Semana Santa y el puñetero caso que le hizo Prieto. Bueno, para qué seguir. Que me identifico con tu interpretación aunque no lo sepa expresar con tu maestría. Tus intervenciones son un regalo... hasta cuando me pones verde.
ResponderEliminarAlejandro Rivas
¿Y qué tal si pudiéramos oír esa Suite en Mi menor, que parece ser la aludida al principio de la carta de Otaño? Esta noche terminaré de digitalizarla (¡qué palabro!), pero necesitaré algo más de tiempo para revisarla toda. No sé en qué año la compuso. La partitura que tengo, aunque es autógrafa (fotocopia, claro) no lleva el detalle de la fecha. Tiene que ser de un Prieto muy joven, porque es una deliciosa imitación de Debussy. Que nadie espere un “In monte Oliveti” o cosa por el estilo. Es un juego, una chispeante fantasía de 21 variaciones sobre un mismo tema, para pequeña orquesta, con un colorido que a ver como nos las ingeniamos para hacernos una idea de lo que pide la partitura. R.M.
ResponderEliminarYo, a lo mío: labores de desescombro y acarreo; algún buen amigo diría arqueológicas.
ResponderEliminarAl margen de que “Las hogueras de san Juan” se adapte o no a «esta forma musical en la que un tema va adoptando diversas presentaciones a lo largo de una serie (suite) de números o pasajes musicales», lo cierto es que, por ejemplo, en el ABC del 20 de noviembre del 35, cuando se anuncia el Programa de santa Cecilia a cargo de la Schola se habla de “Las hogueras” como de una suite, lo que también sucede en el Programa de conciertos para el 2006/07 del grupo “Camerata Revillagigedo”, intérprete del padre Prieto. El mismo Prieto –imagino que la elaboración de los Programas correrían a su cargo–, en el comentario a “Las hogueras” que sigue a las Notas al Programa de santa Cecilia de 1947, la nombra como “Suite para coro, solos y orquesta” y, por decirlo todo, Manero también en su comentario a este Programa habla de esta “Suite sinfónico-coral”.
Así, pues, considero que no hay que dejarse llevar en demasía de ese nombre de suite, o no hay que aplicarlo con excesiva estrechez. Pero, por sí o por no, ahí van seguidamente las páginas que a esto dedica Otaño en la ya una y otra vez mencionada carta de 16 de febrero de 1934. Alguien dará más luz, encontrará entre el material acarreado la joya valiosa, caso de que exista, y determinará si los comentarios van dirigidos a “Las hogueras” o a otra composición.
Un pero, aunque creo que menor, tengo. En carta que Prieto dirige a Otaño, fecha 6 de febrero de 1944, escribe:
«Cuando orquesté “Las hogueras de S. Juan”, lo hice en Barcelona y le presentaba mis trabajos a Lamote de Grignon y a Lambert, quienes me animaron mucho».
Si Prieto alude a su estancia en Barcelona entre 1927 y 1930, año en que retorna a Comillas, parece que volver sobre esta orquestación tres años después… Por otro lado, a favor de que sea “Las hogueras” la composición comentada está el hecho de que, en la carta de Otaño, escrito por el mismo Otaño, por un comentarista o por el transcriptor aparece entre corchetes, cuando alude Otaño a «su obra» (Entiéndase del padre Prieto), aparece «las hogueras de San Juan». Pero, bueno, que otro juzgue.
En definitiva, que dejo la palabra a Otaño mientras espero la contribución de Manero en esa “Pequeña suite en mi menor” digitalizada. Esto será algo extenso y aparecerá en los comentarios que sigan.
Ramón Cubillas
Comentarios de Otaño I
ResponderEliminar«… para darle a V. la impresión que V. me pide de su obra. [las hogueras de San Juan]»
«Ahora, al ver su Suite y al observarle a V. despacio como intérprete o director, creo haber llegado al fondo de la cuestión».
«Empecemos por su última obra, que es lo que más le interesa a V. de momento, y es natural».
«La calidad de su discurso es de orden elevado y hay en él lógica, luz, cálculo de planos, equilibrio de contrastes y ponderación de fuerzas. Condiciones todas esllas estimabilísimas y que no son por desgracia muy frecuentes en nuestros músicos.
»La obra en conjunto es bella, rica, interesante y capaz de sostenerse a una altura envidiable en el mercado musical. Es inspirada, característica y tiene efectos muy bien hallados y de honda emoción. Para mí ha sido una sorpresa; se lo declaro ingenuamente. Y no ahora que la he oído, sino desde el momento en que me la leyó V. No he cambiado de parecer, oyéndola; más bien me he confirmado en el juicio que me dio su lectura. La ejecución del otro día fue deficiente, bastante oscura y confusa a ratos, pero me bastó para adivinar todo lo que la partitura contiene.
»Cada cuadro es precioso y no rechazo ninguno como deficiente en absoluto. El último me produce una impresión de fatiga, o mejor dicho, de algo escrito de prisa y sin tiempo para ordenar el discurso y para contrastar sobre lo dicho lo que le faltaba por decir. Parece algo improvisado y, sobre todo, algo que brota de una idea obsesionante anterior que produce la sensación de insistencia machacona. Este desarrollo final no es, con todo, deficiente en sí. Está bien la idea; puede sostenerse; pero hay que revestirla mejor y sacarla del plano de redundancia con una elaboración más estudiada y graduada, sobre todo, después de todo lo que precede.
»Para mí la obra ganaría mucho introduciendo un tercer tiempo, por corto que sea, que cambie la impresión total que es monorrítmica. En una concepción del tipo suite, sonata, sinfonía, no hay manera de sostener el interés de conjunto, por muchas vueltas que se le den, sino ateniéndose a las normas clásicas de la gradación de movimientos, aunque la composición sea de forma cíclica. Dirá V. que eso lo consigue V. con el segundo tiempo. Y no es así, porque si bien inicia V. el camino, lo abandona V. luego para volver a lo mismo. Y de todos modos se aleja V. tan poco o cambia de táctica tan limitadamente que el efecto de insistencia no desaparece. Y note V. que no es sólo un simple cambio de movimiento lo que hay que estudiar en lo que llamamos forma sonata, que eso viene a ser la Suite más libremente en ciertos aspectos, especialmente en la manera de tratar los motivos de corte binario o ternario; tiene extraordinaria importancia la gradación tonal de cada una de las partes, según es fácil observar en cualquier sonata o sinfonía de Beethoven. La sonata prebetoveniana adolece siempre de monotonía por este concepto, aunque también influye en ello la escasa colectividad que tuvieron para los movimientos diversos. Me refiero más bien a la época anterior a Haydn.
»Si establece V. en su obra con firmeza y fijeza esa gradación motriz y tonal, la obra ganará el doble y adquirirá singular relieve. Interesará desde el principio al fin igualmente. No la dé por terminada. Considérela V. más bien como empezada en cierta manera y no crea V. en modo alguno que ya ha hecho V. todo lo que tenía que hacer. Una obra así vale la pena de dejarla asentada definitivamente. En mi Suite Vasca, el cuarto tiempo lo hice 5 veces durante un año entero y no hay duda de que es el mejor.
»Esto en cuanto a la concepción total y el equilibrio arquitectónico.
Cierto, eso mismo me dijo Alejandro: que podría tratarse de Las Hogueras, aunque esa obra reciba otras denominaciones como poema coral y orquestal etc.La verdad es que da lo mismo saber cual fuera la que suscitara la crítica de Otaño, ya que sus dardos van dirigidos a la obra de Prieto en su conjunto. El término Suite ha terminado siendo un poco vago y lo usamos, sin más precisiones, para referirnos a composiciones que tengan diversos números que se deben interpretar seguidos. Para los que queráis tener una idea más precisa de ese tipo de composición podéis consultar en internet. De todas formas, esta deliciosa obra para pequeña orquesta tiene tantas resonancias de Debussy que me parece muy apta para estropearle los jugos gástricos a Otaño. Pero los historiadores tenéis la palabra.R.M.
ResponderEliminarRamón, acabo de leer tu último descubrimiento y "me descubro" ante tu capacidad de sorprendernos con cosas interesantísimas. Fantástico. Nos dejas con sobrealiento y casi no nos da tiempo a recuperarnos. Sigue, sigue... RM.
ResponderEliminarComentario de Otaño II
ResponderEliminar»En cuanto al material empleado, está muy bien de armonía y de ambiente moderno. Se ve que siente V. perfectamente la armonía moderna y que se la asimilado fácilmente. En la labor constructiva de técnica vocal, sin que se me ofrezcan reparos fundamentales, he notado varias veces procedimientos de relleno, y acaso más concretamente, de excesiva monotonía, atento como está V. por su carácter y temperamento más bien al ritmo y al colorido que a los artificios del cruce y enlace de las diversas líneas. No digo que sea preciso tratar las cosas con contrapunto por libre que sea, pero desde el momento que se concibe una obra de diferentes planos y líneas, el espíritu del contrapunto no puede faltar, si ha de sostenerse el edificio sonoro en equilibrio perfecto. No se superpone nada en este mundo sin una gradación de tamaño y peso. Sin embargo, esta observación es muy restringida y no se refiere más que a detalles, salvo en la última parte, donde la deficiencia se percibe más, porque aparece todo más descarnado.
»Hay un punto fundamental en que tal vez V. y yo discreparemos. Es importante y se debe discutir. Yo le daré a V. mis razones.
»La obra efectivamente es de carácter sinfónico; el marco grande debe ser la orquesta y en el fondo de ella ha de verse el coro como segundo término. Quiero decir, que no es un coro con acompañamiento, que simplemente le sostenga, sino una concepción netamente para orquesta con coro. Por lo menos se presta grandemente a ello.
»Ahora bien, lo que V. ha esbozado instrumentalmente, es para mí evidentemente insuficiente para el objeto. Eso en orquesta resulta forzosamente pobre; los procedimientos son más bien aparentes, están solamente insinuados y requieren toda una elaboración de arriba abajo mucho más real y efectiva. Se ve que ha sentido V. la orquesta aproximadamente, pero si tuviera V. que armarla, se encontraría V. sin el material necesario. Eso nada tiene de extraño sin haber dominado la orquestación. Pero se lo advierto con toda sinceridad para que piense V. despacio sobre ello y haga V. sus combinaciones y tanteos parte por parte, bien persuadido que dará V. en el clavo, ya que lo principal está hecho.
Comentario de Otaño y III
ResponderEliminar»Lo que quisiera persuadirle es que no vaya V. a creer que eso, tal cual está, tiene ya todos los elementos para una instrumentación. Tiene algunos elementos; muchísimos, los más, se pueden deducir del coro, pero yo adivino o quiero adivinar otros que, fluyendo del conjunto coral, pueden agrandar el marco notablemente. Si va V. pensando en ello, y para eso es bueno que consulte V. modelos parecidos, le irán sirviendo soluciones precisas. Es decir, que, a mi parecer, tiene V. que pensar en esto como si tratara V. efectivamente de la instrumentación. No basta suponer, es preciso concretar y dar a cada cosa lo correspondiente.
»Y con esto ya le he dado a V. una idea de lo que pienso acerca de la obra. Es un juicio general, pero contiene todos los elementos de un examen lógico totalitario. Yo no voy a decirle a V. ahora, como en humanidades, si esta frase está más redondeada que la otra o si esta palabra cae mejor al fin del período. Eso se lo diría a V., compás por compás, en un análisis detenido, que no puede hacerse sino sobre el papel y pluma en ristre. A mí nada concreto se me presenta a la mente sino un plan definido, que es el que me señalan las conductas particulares. Y lo que importa ante todo es darse cuenta del plan y discutirlo como tal plan, para luego pensar en los mejores medios de llevarlo a cabo. Los medios que usa V. todos me parecen buenos en sí; podrá V. darles alguna mayor eficacia tal vez, ceñirlos mejor, ordenarlos en forma más proporcionada, porque yo creo que debe V. tomarse su tiempo para dejar la obra rematada, sin prisas ni inquietudes. Esa es tarea de perfeccionamiento y depende mucho del carácter y de las exigencias de cada cual. Yo estaría toda la vida corrigiendo mis obras y sólo las dejo en paz cuando me decido a publicarlas y entonces ya no las miro más, para no disgustarme de lo hecho».
«Así por ejemplo, V. concibe en su Suite la orquesta. Debe V. llegar a realizarla y eso lo puede V. conseguir trabajando sobre modelos hechos, bien instrumentando una reducción, que es por donde hay que comenzar, o bien rehaciendo por su cuenta algo que sepa V. de memoria, una vez que estudie V. un tratado de instrumentación de los muchos que hay. Es cuestión práctica, como todo. No basta sentir; hay que llegar a concretar los sentimientos y los conocimientos teóricos».
Y hasta aquí lo que, con respecto a lo que se trataba, se puede recoger en esta carta de Otaño. Lo cierto es que hay en ella referencias reiteradas al «coro», a «poemas como la Suite».
Alguna cosita más queda de la carta que no ha visto aquí la luz. Ha ido por entregas temáticas, como mi entender me ha dictado. Y ha aparecido de este modo al paso de las ocasiones que surgían o forzando la ocasión. Especialmente por aquello de que generalmente lo poco complace y lo mucho estraga.
Ramón Cubillas
Muchas gracias al "comité de sabios" por las opiniones de Otaño y Prieto sobre los demás compositores. Me gustaría conocer sus opiniones sobre Victoria, al que tantas veces recurrían en los conciertos de la Schola.
ResponderEliminarPrecisamente en los próximos meses se celebran en varias ciudades de España conciertos de Victoria para comemorar el 400 aniversario de su muerte. Se puede ver el programa de conciertos en la página www.cndm.mcu.es
ARCADIO FERNANDEZ
Con estos descubrimientos parece fuera de toda duda que Otaño se refiere a las Hogueras cuando habla de la Suite. Sobre esta "Pequeña suite en mi menor" que me ha tenido insomne algunas noches, sería interesante saber cuándo la compuso. Esta noche la he terminado de digitalizar. Ahora falta que la oiga Alejandro y me resuelva algunas cosas. Espero que os guste. A mí me encanta. Algún fragmento nos tocó él en el órgano de la iglesia. El tema, me resultaba familiar. Por otra parte, las "chinerías" que tanto gustaban a Debussy están aquí presentes. Esos giros picudos,que parecen música china y que luego habríamos de ver en el "cam-pa-ni-ta chi-qui-ti-ta tan-ta- lán..." los oiréis también aquí. R.M.
ResponderEliminarBuenas, me voy a confesar: yo soy el voyeur, me asomo al blog todos los días a ver qué hay y disfruto mucho con los comentarios de los "sabios" e incluso aprendo algunas cosas. Los que escribís en el blog sois los ciclistas que aspiráis a ganar el Tour y yo pertenezco al pelotón que acarrea los bidones de agua y procura llegar dentro del control pero todos tenemos nuestro sitio dentro de la carrera...
ResponderEliminarPor cierto, Alejandro, haz el favor de estarte quieto porque cuando les has pedido que bajen un poco el nivel han pegado un "demarrage" que nos ha dejado literalmente clavados a los gregarios. El momento que se nos ha hecho más duro ha sido cuando dice que "No digo que sea preciso tratar las cosas con contrapunto por libre que sea, pero desde el momento que se concibe una obra de diferentes planos y líneas, el espíritu del contrapunto no puede faltar, si ha de sostenerse el edificio sonoro en equilibrio perfecto. No se superpone nada en este mundo sin una gradación de tamaño y peso. Sin embargo, esta observación es muy restringida y no se refiere más que a detalles, salvo en la última parte, donde la deficiencia se percibe más, porque aparece todo más descarnado." Les juro que ahí los del pelotón de voyeurs hemos ido ya con la lengua fuera. Hagan el puñetero favor de bajar un poquito el pistón porque estamos en pleno Julio y hace un calor de la hostia...
Lino Uruñuela.
5 de julio de 2011 19:33
TODAVÍA, UNO MAS
ResponderEliminarHe vuelto a leer con detenimiento esas preciosas cartas que se nos han ido administrando con cuenta gotas. Observo que, a veces, el orden de factores altera el producto de la impresión final. No sé a qué conclusiones habrá llegado la “audiencia”. Yo estaba un poco desconcertado, porque, partiendo de la admiración que siento por los dos, me había quedado con la impresión de que entre Prieto y Otaño hubo un sordo enfrentamiento. El primer toque de florete que sufrió nuestro entusiasmo fueron aquellas ásperas observaciones de Otaño sobre las retrasmisiones radiofónicas. Ahora, después de leer el juicio tan lúcido y constructivo que hace Otaño de las Hogueras, pienso que Prieto tuvo la suerte de contar con el mejor crítico musical que cualquier músico hubiera deseado para sí. Prieto conocía la grandeza de Otaño desde dentro, mucho mejor que nosotros, porque profundizaba en sus obras. Y no creo que él sintiera envidia, sino verdadera admiración, y que se daba cuenta de que nadie en el mundo podía hacerse cargo del valor de su obra con la profundidad y la finura de juicio con que Otaño lo hace en esas cartas. Así como tampoco me parece ver ahora que Otaño sintiera celotipia, o sorda animadversión cuando era capaz de escribir:
«La calidad de su discurso es de orden elevado y hay en él lógica, luz, cálculo de planos, equilibrio de contrastes y ponderación de fuerzas. Condiciones todas ellas estimabilísimas y que no son por desgracia muy frecuentes en nuestros músicos.
»La obra en conjunto es bella, rica, interesante y capaz de sostenerse a una altura envidiable en el mercado musical. Es inspirada, característica y tiene efectos muy bien hallados y de honda emoción. Para mí ha sido una sorpresa; se lo declaro ingenuamente."
Y todo lo que precede y sigue a estas palabras.
Por eso, al leer con detenimiento todas sus observaciones sobre las Hogueras, uno termina pensado: ¡quién hubiera podido ser vasallo de tan gran señor! Rafael Manero.