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A propósito de esto de la calidad de la grabación ¿recuerdas la nasalidad que se advierte en el solista del villancico Dónde vais? Zagalejo de perlas... Pienso que es efecto de la grabación. Tú ya estabas allí ¿no? Si no recuerdo mal, llegaste por entonces. Lo compruebo y veo que entraste en Comillas en el 60. ¿Sonaba con esa nasalidad? Te doy la razón en la que fundo mi opinión.
Veinte años antes de la grabación del disco, allá por el 41, el padre Prieto escribía al padre Otaño una carta, fecha de 5 de mayo, en que, respondiendo a las críticas que éste había vertido sobre la retransmisión del Jueves Santo en carta del 12 de abril, le dice lo que sigue:
"Lo que más me ha llamado la atención es lo que me dice de la nasalidad de los tiples. Todos se han quedado admirados aquí de la frescura de voz de los tiples. Es lo mejor que hay ahora en la Schola. Tal vez es "dura" la emisión a veces, pero aquí nunca ha sonado nasal. Sin duda se debería a la retransmisión. Además he recibido muchos comentarios de radioyentes y todos me alaban mucho los tiples".¿No sucedería lo mismo con la grabación que se hizo años después?
Ramón Cubillas
Sobre este V Congreso Internacional de la Federación "Pueri Cantores", que tuvo lugar en Roma, ya apareció en este blog anteriormente, el 19 de diciembre del pasado año, la crónica que el padre Prieto había escrito y que se publicó en la revista Tesoro Sacro Musical.
ResponderEliminarRamón Cubillas
No fue sólo en la carta aludida del 12 de abril de 1941 donde el padre Otaño enjuiciaba las retransmisiones radiofónicas de la Schola. Con anterioridad, en carta fechada en Azcoitia el 24 de diciembre de 1936 dirigida al padre Prieto, se expresaba Otaño como sigue:
ResponderEliminar«Una cosa quiero advertirle sinceramente, que he recogido en Galicia con insistencia. Ya aquí por aquella fecha oí de unos y otros lo mismo; pero lo he oído muy repetidamente ahora a los directores de las Polifónicas. Me refiero a la mala impresión que las radiaciones de la Schola producen. Hablan naturalmente de su valor intrínseco discutible y de otras cosas que no redundan nada en prestigio de ella. Esa era también mi opinión y se la expuse a V. con toda claridad. Los defectos que ahí pasan desapercibidos, se abultan con las malas condiciones de la radiación. El coro no aparece como es ni remotamente; el desequilibrio es grande. Yo jamás me prestaría a radiar con los elementos deficientísimos que las emisoras de España tienen. Aun las orquestas pierden mucho; pero un coro, para que responda bien el micrófono, tiene que poseer una cohesión, un equilibrio superior aún a las orquestas.
»Y eso prácticamente es imposible como en Programas de Semana Santa, muchas veces leídos nada más. Influye también la calidad y mecanismo de las cuerdas, cuyos roces y asperezas desvirtúan la sonoridad.
»El resultado práctico es que no consigue V. el fin pretendido con la difusión, antes se expone V. a una crítica que de lejos es más severa. Varias de las cosas que yo le noté a V. en la interpretación las he visto confirmadas por gentes que no son precisamente ningún oráculo, lo cual indica que mi juicio no era apasionado, sino muy objetivo. Personalmente no puedo tener ni con V. ni con nadie prejuicio, ni pasión. Alabo lo bueno dondequiera que lo encuentre; pero tratándose de V., me agradaría infinitamente poder aplaudirle en todo, en sus obras y en su dirección. Lo que no puedo es llamar a lo negro, blanco y viceversa.»
Hasta aquí el padre Otaño. Sin embargo, ya lo sabemos, las retransmisiones continuaron y, según colijo, con creciente éxito, a pesar de todo.
Ramón Cubillas
Tus últimas aportaciones, querido Ramón, sobre el intercambio epistolar Prieto-Otaño me han dejado sumido en un mar de emociones encontradas. “Tengo el corazón partido”. En cierto sentido no me resulta una novedad esa relación un poco tirante que se dio entre los dos grandes maestros. Ya lo hemos comentado alguna vez. Otaño era un hombre muy consciente de su extraordinario valor como músico, estaba “encantado de conocerse” y “no tenía abuela que le alabase”. No era fatuamente presuntuoso (¡ahí están sus obras!), pero sí un poco brusco y de los incómodos que dicen ir siempre “con la verdad por delante”. Un ejemplo de esto que digo son aquellas palabras suyas a D. José Artero, recogidas por el P. Victoriano Larrañaga en el prólogo al Primer Cuaderno de las Obras Completas : “En cambio –escribe Otaño- conociéndole perfectamente, no me asimilaría jamás a Debussy, sino muy malamente; es porque a mí no me va esa perfumería de tocador femenino, por muy elegante y refinada que sea: pertenezco al género masculino, y no me gustan inversiones en el acorde humano”. Teniendo en cuenta que la música de la primera época de Prieto viene de Debussy, del Impresionismo, no es de extrañar ese distanciamiento entre los dos estilos de componer. Pero en las cartas que nos trae Ramón se habla sobre todo de las interpretaciones de la Schola y de las retrasmisiones por radio. ¿Tenía razón Otaño para ser tan severo? Desde luego hay que reconocer que no es lo mismo estar cantando con el entusiasmo en carne viva y fascinado por el gesto tan expresivo de Prieto, y escuchar fríamente el resultado. Cuando oigo los discos, tanto los del año 50, como los del 61, me siento incómodo. La sensación de desajuste, de exageración en el matiz es en muchos momentos evidente. Nunca hubo, en la Schola que conocimos, una preocupación por aprender a emitir la voz, y entre los 160 cantores había mucho peso muerto de gente que iba a remolque. Y eso se nota. A veces nos bajábamos nada más comenzar una obra. En una de las giras veraniegas por Alemania, intentamos grabar en un estudio de radio en Bonn algunas obras de Victoria. Los alemanes no nos dejaron pasar una. Nos interrumpían continuamente por ese efecto deslavazado, con altibajos en la afinación, a pesar de la exuberancia afectiva de que hacíamos gala ( o tal vez precisamente por ella) Hubo que desistir. Sin embargo, esa manera de interpretar, como si las obras fueran grandes frescos pintados apasionadamente con gruesos brochazos, nos dio una vivencia extraordinaria de la música. Y Prieto, su gesto, su talento quedan en el recuerdo como algo inolvidable, a pesar de los desajustes y del trazo grueso. Y después de leer esas cartas que aporta Ramón Cubillas, yo al menos llego a la misma conclusión “Tengo el corazón partido”. No lo puedo remediar. Rafael Manero
ResponderEliminar10 de junio de 2011 11:51
Acertada caracterización de Otaño la que haces, Manero, con un par de trazos firmes. Y, ciertamente, no era ajeno a su forma de ser el propio jesuita. Así se expresaba, a este respecto, en carta al padre Prieto que lleva fecha del 16 de febrero de 1934, de la que recojo los fragmentos que siguen:
ResponderEliminar«V. puede pensar, a poco que me conozca, que soy sincero en mis manifestaciones, acaso excesivamente franco. Lo soy por carácter, por la educación que recibí de mis maestros en el arte y por la costumbre de muchos años de crítica ejercida con el encauzamiento del movimiento musical. Esto me habrá traído quejas y disgustos; pero jamás me ha pesado de exponer con toda claridad mi criterio; y hasta si alguna autoridad se me concede, es precisamente porque no sé mentir ni engañar. Además, procuro desprenderme de todo apasionamiento; estudio con el mayor interés lo que se me propone y lejos de querer molestar, trato siempre de ayudar y ser útil, sobre todo, cuando se me pide».
«…Soy excesivamente minucioso en los análisis, pero no para pararme en tiquis-miquis, sino para buscar los hilos conductores, las líneas centrales de la personalidad y del carácter. […] Puede V. suponer con cuánto afán veré yo, viejo luchador y empedernido sembrador de ideas, cómo vienen VV. los jóvenes a realizar mis anhelos de siempre».
«… y sin pretender ni mucho menos la infalibilidad para mi fallo, puedo apelar a mi dilatada experiencia y a la costumbre adquirida en exámenes sin fin, en los que raras veces me he equivocado, para sostener la seguridad, humanamente posible, de mis puntos de vista».
«…Yo creo que debo lo poco que soy a la austera y rígida verdad que me predicaron siempre Goicoechea y Arregui. Jamás me engañaron, ni me permitieron salir de la realidad por contrariados que se sintieran mis ardores juveniles. Empezaron, al ponerme bajo su tutela, por decirme que carecía de toda base sólida constructiva. Tenía una gran condición entonces y me sabía de memoria las obras; procedía por instinto, por tanteos, pero yo mismo me sentía incapaz de levantar un plano y no tuve más remedio que someterme a una rígida disciplina durante seis años, hasta que supe andar por cuenta propia y decir lo que bien me parecía. Procedo, pues, según he aprendido».
«…Y yo estoy cada día más convencido que debemos ser absolutamente sinceros y rectos para buscar la verdad y andar por el mejor camino, cueste lo que cueste».
Esto es todo por lo que atañe a la personalidad de Otaño. Otros aspectos de tu comentario se verán en otro sitio.
Ramón Cubillas
El “corazón partido”. También, también Prieto daba muestras de tener el corazón partido en más de una ocasión.
ResponderEliminarEn la carta de contestación a la de Otaño de fecha 24 de diciembre de 1935 (que no 36 como antes puse), escrita el 30 de diciembre, aparte de decirle que toma “nota de lo de las transmisiones”, se lee:
«…Yo estoy dispuesto a hacer lo que convenga,… pero veo que los años pasan y al parecer no hago nada. Esto naturalmente me desanima mucho».
En otra, fechada el 24 de octubre de 1940, afirma estar “preparando el concierto de Santa Cecilia y la cosa está bastante verde”. ¿Le descorazonaría esto cuando además pensaba ir antes a Vigo, donde estaría más de una semana, pues se iba a celebrar allí un concierto por todo lo alto que podría “ser de gloria de Dios y de la Compañía y que merece la pena”?
En la ya aludida carta de 5 de mayo de 1941, tras agradecerle a Otaño la suya del 12 de abril en los siguientes términos:
«A su tiempo recibí su muy grata del 12 de abril, en que me daba cuenta de la impresión que le había hecho nuestra retransmisión del Jueves Santo. No sabe cuánto se lo agradezco. Conozco su estilo en hacer la crítica y sé comprender en su valor todo lo que me dice. Otros se escandalizarían o molestarían de su franqueza. Yo, todo lo contrario; eso es lo que deseo y le agradezco profundamente».
continúa, “el corazón partido” definitivamente:
«Desde luego la Schola no estaba este año para tanta publicidad. Fue cosa de algunos amigos de esa que insistieron mucho. Por un fenómeno que yo no esperaba, la progresión musical que se inició vigorosa el curso pasado, en la Schola, y que aún se notó este curso en Sta. Cecilia, ha cesado en los meses de este año; las causas son varias y no son del caso en una carta, pero ese ha sido el hecho. Se provocó una reacción ante la proximidad de la Semana Santa, pero las cosas no se pueden improvisar. Yo he tenido que sufrir mucho y por variadas causas en este año porque preveía un desastre. Encima de esto nos llegó el martes santo el aviso de que Radio-Nacional retransmitía. Hicimos esfuerzos gigantescos, pero era un poco tarde. Yo quedé malo para una temporada».
Con todo, algún consuelo le quedaba:
«…El mayor consuelo que tengo es ver a los 60 niños que forman las voces blancas con gran entusiasmo por sacar bien las obras y aprendiéndose todas las obras de memoria. Especialmente los del coro reducido se saben todos los matices de memoria. Son la esperanza de la Schola. Entre las voces graves hay un analfabetismo musical muy grande, debido a que son casi todos nuevos y de muy diversos seminarios. Les cuesta mucho la disciplina coral y no hay manera (con los pocos ensayos que hay) de hacerlos entrar en vereda. Los tenores sobre todo vocalizan horriblemente mal».
Un panorama, como ves, Manero, en buena parte tal como lo has descrito tú. Y todavía un dolor más vinculado a las retransmisiones radiofónicas. En fecha 27 de marzo de 1947, seis años después de aquellas voces nasales de los tiples, escribe nuevamente a Otaño:
ResponderEliminar«Anteayer estuvieron aquí de Radio-Nacional haciendo impresiones magnetofónicas de la Schola Cantorum y entre otras cosas que impresionamos, pusimos también su Tota Pulcra. No sé si habrá salido a su gusto: nosotros pusimos nuestra buena voluntad. La impresión no está mal; pero he quedado con la espina de que se nota un pequeño “gallo” de un tiple, en el acorde último (fortísimo) del tercer “Tu laetitia Israel”. Me gustaría que lo oyera V.R. y me diga su parecer y si podemos autorizar a Radio-Nacional la publicidad. Piensan dar esas obras en las emisiones de Semana Santa y especialmente en la emisión especial para América. Hubiera querido repetir la impresión de su obra, pero vinieron con tantas prisas que fue imposible, pues cuando oí la prueba estaban ya recogiendo los trastos para marcharse inmediatamente. Llevaron unas dos horas de música grabada. También impresionamos su Ave María a 5 voces y el Velum Templi».
Ya ves, Manero, por unas u otras razones, en uno u otro momento, tú, Prieto, ambos con “el corazón partido”.
Saludos,
Ramón Cubillas