“¡YA VIENE EL CORTEJO!”
Una de las primeras cosas que nos hicieron aprender en Gramática, para ejercitar la memoria, fue la famosa Marcha triunfal de Rubén Darío. Casi todos los días, antes de empezar la primera clase de la mañana, el profesor nos preguntaba el “Pensum”. El sonido de esta palabra latina se presta al equívoco. Uno podría suponer ... (ver en la página de comentarios musicales (+)
Nota: Ya están disponibles, en la página PARTITURAS de nuestra web, las partituras citadas en este artículo.
Manero me está provocando. Me tocó no sólo cantar el “Legión de Comillas” sino declamarlo en un solo audaz en el Paraninfo. Ante peces gordos, entre ellos el gordísimo Nuncio de su Santidad Gaetano Cicognani (la “presencia de Pio XII hecha carne”, le habían cantado los tiplines, por fortuna en latín, en los Laudes Hincmari).
ResponderEliminarHubo varias versiones del original,que enumero:
1.”Te aguarda la antigua pelea/ que riñen la noche y la luz” 2.”Te aguarda la antigua pelea” sin más detalles.
Lo más llamativo fue el final, con tres cambios: 1”Bendito el alcázar que nutre y foguea /tan fiel juventud” 2.”Bendito el alcázar que al combate rudo...” Y por fin 3.: “Bendito el alcázar de paz, que foguea”.
En aquella visita de prepotentes en la viña del Señor y aledaños políticos me tocó, ensayado por el Padre Domingo Mayor, declamar la primerísima versión de Salgado en el paraninfo. Era el Padre Mayor un jesuita con la inocencia bautismal del todo sin corroer, lo que no le estorbó para pasearse con altiva elegancia, cada cosa en su sitio, por los clásicos latinos y griegos como por su propia casa
Tuve que aceptar tras varios ensayos, todas sus sugerencias. .Colocarme detrás de la puerta de acceso al tablado del escenario, entrar corriendo cuando se anunciara mi actuación y soltarle el público como corredor fatigado llegando a la meta el poema original de Augurio Salgado, allí presente. Describir “la noche” con ambas manos, arañando con ellas y mis ojos los espacios lúgubres de las mafias infernales y enseguida pasar con rostro feliz al contraste,“la luz”, elevando hasta el máximo de mi exigua estatura el brazo derecho, atiplar la voz y señalando al cielo declamar en arrebatada pose profética; “la Luuuuuuuuz” mientras bajaba el brazo lentamente como si las huestes comillesas aniquilaran allí mismo las potestades abisales.
Cuando saludé al público con el “que nutre y foguea” todavía en los aires, observé por parte del público, en concreto mis camaradas legionarios, risillas entre cariñosas y burlonas y fue entonces cuando se debió de decretar: , y se decidió pasar a la versión número 2. la del “combate rudo”. Porque eran los años del hambre y el santo alcázar que “nutre y foguea” nutrió nuestra fiel juventud lo mejor que pudo, es decir, muy mal. Eran los años de finales de la guerra in-civil que blasfemos se atrevieron a llamar “cruzada” y la Segunda Guerra Mundial, ya en plena versión .Gracias a que la hierba abunda en Cantabria y las vacas se alimentaban sin cartillas de racionamiento, por merced de la huerta y la vaquería, sobrevivíamos con varias horas más de sueño después del ciclón de febrero de 1941.
El santo alcázar puso la bandera a media asta en el “combate rudo”y se avino a foguearnos sin tregua, claro que sí, aunque malnutridos.
José Manuel Ruiz Marcos
Preciosos recuerdos, Joséma, memoria viva y viva memoria de aquellos tiempos. "Que descanses": por aquella declamación y por tu comentario. Rafael
ResponderEliminar10 de junio de 2011 12:26
Mi querido Manero, siento, más por ti que por mí, defraudarte en esta ocasión. Mis pesquisas en busca del autor de la letra del Himno Pontificio de Otaño no han dado los frutos apetecidos. Mis excusas. Con todo, estoy por pensar que no es de otro que del mismo Otaño. Verás al final del comentario por qué lo creo así.
ResponderEliminarEn compensación, vayan un par de notas sobre esta composición.
Sea la primera que lo calificaba don José Artero, en artículo publicado en “El Día” de San Sebastián, con fecha 27 de agosto de 1930, con el título “Obras corales del padre Otaño”, como “improvisación fluida y efectista”.
Vaya en segundo lugar la noticia de la adaptación para órgano que del Himno hizo don Cándido Alegría, organista que fue de la iglesia de Santa Lucía de esta capital, tal como se puede leer en las Notas al programa del Concierto de Antología de Compositores de Cantabria que Luis Mazorra Incera, también organista, dio el 21 de febrero de este año.
Un poco más. En las indagaciones, he encontrado en el “Catàleg Col-lectiu de les Univesitats de Catalunya” la ficha de esta composición, separata de la revista Música Sacro Hispana, año X, núm. 11, noviembre 1917, sin ninguna referencia a autor de la letra.
Más llamativo resulta esto mismo en el caso de la ficha del “Archivo vasco de la música”, pues reserva un espacio para mencionar al autor de la letra, sin que aparezca en él ningún nombre.
Y termino. El “Álbum conmemorativo” publicado con ocasión del XXV aniversario de la fundación del Seminario, en la página 124, haciendo reseña de las fiestas, en concreto de las celebraciones del 11 de julio, dice:
«Al dar las doce se hizo un profundo silencio en todos los labios, y el P. García Alcalde rezó, con voz vigorosa, a pesar de su edad, la oración del Angelus, y luego, rompiendo a volar las campanas y entre el estampido de las bombas reales, que imitaban los veintiún cañonazos de ordenanza, se despliega en el coronamiento de la fachada, azotando someramente los aires, la bandera Pontificia, mientras, entre las voces de júbilo y el ruido de las salvas y el rumor del viento y del vecino mar, descuellan y dominan los acentos graves y poderosos de la “Schola Cantorum”. Entonaba en aquel momento un himno del P. Otaño, motivado en los toques de las famosas trompetas de plata del Vaticano, y sus ecos, pasando sobre el valle donde se tiende Comillas, volaban a estrellarse en las montañas próximas, y de vuelta se extinguían, como tributo de amor, a los pies del Representante del Papa, que, desde los balcones de Palacio, presenciaba la fiesta, en compañía de los señores Marqueses.
»Los últimos acordes del himno los ahogó un estruendoso “¡Viva el Papa-Rey!”, que rara vez habrá sonado más en su punto que en tan alta ocasión y sobre este pedazo de tierra, del cual el Papa es dueño y propietario».
Mucho silencio sobre el autor de la letra, demasiado silencio.
Ramón Cubillas
Buenísimo, Rafa, el brillante exordio con el que anuncias aquel cortejo de recordados himnos con los que Rumarcos y otros pipiolos posteriores distraíamos el hambre, la murria y los agujeros en los calcetines (con los consiguientes repasos) de aquellos años gloriosos.
ResponderEliminarLo cierto es que aguardo con impaciencia tus versiones musicales sobre todo la del "Fundador, sois Ignacio y General.." al que, posteriormente, con mi compañero Gallastegi machacaríamos con el txistu (exótico instrumento en la campiña cántabra tal que la marimba o las campanas tibetanas) en las fiestas de las catequesis de Concha, Ruiloba o Pando.. Nuestros rústicos pitidos tenían, desde luego, muy poco que ver con el pedigrí y lustre de las improvisaciones al órgano de nuestro recordado Padre Prieto..
No sé si aquellos himnos marciales transmitían un espíritu bélico o al menos la seguridad de estar acompañados y encuadrados en una esplendorosa Legión de Comillas en cuyas filas el Padre Salgado nos prometía ardorosas peleas, el “rudo combate” entre la noche y la luz. Mas bien servirían de inconsciente aglutinador que en todo caso no llega a la compacta integración actual de los hooligans del ¡Barsa, Barsa, Barsa!. Que lo diga si no, la variopinta trayectoria de quienes empezamos a estar incluidos en las cascadas filas de la tercera o cuarta Edad mirando hacia atrás sin ira, sin demasiada nostalgia tampoco y algunos con una feliz o infeliz desmemoria.
Un abrazo Rafa
No defraudas en absoluto. Todo lo que investigas resulta muy interesante. Tu suposición de que la letra fuera del mismo Otaño puede ser que dé en el blanco. Otaño era consciente de que escribía muy bien. Cuando estuvo en Comillas la vez que yo lo conocí (el año 50?) cuando vino a hablarnos del Motu Propio, recuerdo que en un momento de su charla en el paraninfo dijo "como tengo una bien cortada pluma..." ¡Genio y figura! Así es que no me extrañaría nada que la letra fuese suya. Me quedo con las ganas de saber de dónde sacas ese tesoro de correspondencia Otaño-Prieto. Publicanos todo lo que puedas. Es fascinante poder vislumbrar las entretelas de una personalidad tan extraordinaria como fue Otaño. Sus reflexiones sobre su propio trabajo de compositor me han dejado maravillado: análisis, observación,estudio minucioso, revisión, no dejarse llevar por lo primero que se le ocurría. Así es como la perfección que se observa en sus obras,aun en aquellas aparentemente menores, llega a parecer la cosa más natural del mundo. Todo fluye genialmente. ¡Qué maravilla! Un saludo muy cordial. Rafael
ResponderEliminar11 de junio de 2011 01:37
Para mi edificación escribes, Manero:” Hemos de reconocer que la religiosidad de nuestra infancia estuvo poblada de consignas, banderas, estandartes, “truenos de gloria”, entusiasmos y metáforas bélicas: una imaginería bizarra y marcial que asomaba su garbo en algunas músicas que interpretábamos en la iglesia.”
ResponderEliminar“Hemos de reconocer”, dices, pero “con garbo”, no sacas las consecuencias: Que fue una falsa religiosidad. Una mentira,adobada y metida de contrabando entre acordes y “entusiasmos”, como anotas..
Ya me llamó la atención que el Himno Pontificio lo cantáramos en el coro, es decir, en el templo. con la cantidad de falsas consignas estrictamente políticas que nos mandaron musicalizar:°Eco jubilar: Rendidle homenaje, RINDA VASALLAJE TODO EL MUNDO AL PAPA REY” ¿Todo el mundo? Y aquella falsa interpretación de los Evangelios y de las intenciones divinas: “Triple esplendor ceñirá tu sien: LO QUIERE DIOS, ERES PAPA REY!”Si Otaño compuso ese texto, con ese “Lo quiere Dios”... sólo le salvaría su candorosa ingenuidad, cosa que no encontramos en sus epístolas a Prieto. Si no compuso el texto, pero lo musicalizó, eso muestra desconocimiento del Jesús de los Evangelios, y adoración de la pompa vaticana.
Tuvimos un (excelente) profesor de Física y Química, Jaime María del Barrio, que proclamaba, opportune et importune, durante la guerra civil: “España Imperio, y Comillas su cerebro”.. Hizo un sendero, él solito con azadones y carretillo, en la pendiente de bajada a la Vaquería, paralelo al Seminario Menor, y le puso el rótulo de “Paseo del Imperio”. Opinaba que Hitler era mejor “Cruzado” que Franco, porque si éste liberó a España del comunismo, Hitler intentaba nada menos que liberar de él a toda Europa. Este Padre sí que era de verdad ingenuo como un niño y por eso le queríamos todos.
José Manuel Ruiz Marcos
Pero, querido Joséma, ¿por qué tengo yo que sacar consecuencias? Mi intención era recordar esos tres pomposos himnos y mirarlos con cierto humor. "Humor" omnia vincit ímprobus, valga la ocurrencia. Rafael.
ResponderEliminar"Las preciosas ridículas"
ResponderEliminarAnoche eran las tres de la mañana, hábíamos tenido concierto, seguido de una cena con los cantores y ya no estaba uno para floridos pensiles. Quise decir que mi intención al digitalizar esas partituras y que las pudiérais oir era recordarlas con un cierto sentido del humor. Y eso es lo que buscaba mi introducción de "Ya viene el cortejo". Tanto las músicas como las letras de esos himnos están hechas en serio lo cual acentúa aún más la sonrisa que les podemos dedicar."Ruja Satán" "Tus viejos soldados pelean" "El Santo Ejército sin treguas bátese..."Risum teneatis, amici?" Pero es que la música (lo ridículo se contagia)también tiene su dosis de ridiculez. Están muy bien hechas, sobre todo la de Otaño y la de Prieto. La mía...cambiaría algunas cosas en el sentido de ecchar más madera a asunto Pero la pomposidad del toque de trompetas, reproducido por los trombones, el cromatismo desmesurado de la de Prieto, las interrupciones mías a la Marcha de San Ignacio con esos presuntuosos pa-pa-pá no invitan al arrebato místico ni lírico. Son musicas sencillamente... "preciosas y ridículas" Por eso las he traído a cuento. Rafael
Mucho madrugas, Manero. Para ir completando los motivos marciales de tu entrada, le envío a Alejandro, por si le parece oportuno incluirlo en la web, una interpretación, con la Orquesta Sinfónica de Eukadi, de la Marcha de san Ignacio así como la partitura de la Marcha Real Española.
ResponderEliminarRamón Cubillas
Vamos a ver si llegamos a los diez -10- comemtarios. No sabes tú, Ramón, la ilusión que me hace poder escuchar, cuando le llegue su hora, esa versión sinfónica de la Marcha de San Ignacio. Estoy seguro de que la fantasía de la armnía de Otaño nos va a deslumbrar. También,según me dice Alejandro, creo que le has enviado la partitura del Himno a la Virgen de Covadonga, también de Otaño. Lo cantamos en Comillas cuando éramos chicos. Después lo había olvidado totalmente, pero cuando estuve hace poco en Covadonga vi la letra esculpida en una lápida, en una de las paredes de la cueva, y me vino inmediatamente a la memoria la música: "Dios te salve, Reina y Madre, del pueblo que hoy te corona..." etc. Poder leer ahora aquella partitura será otra de las delicias que nos proporcionas. Pero ¿de dónde sacas tales tesoros? Mil gracias de nuevo. Rafael
ResponderEliminar13 de junio de 2011 23:43
¿A DÓNDE AVANZA YA EL CORTEJO?
ResponderEliminarPues no, aseguraba prometedor nuestro Secretario:
“ ¡Ya viene el cortejo! no es una simple referencia literaria. Es el título del artículo escrito por Rafael Manero sobre el espacio que ocupaban los himnos en nuestra formación en Comillas y en el repertorio de la Schola” Hasta aquí la cita.
Yo canté esos himnos, con entusiasmo y dedicación. El pontificio alcanzó carácter religioso pues lo ejecutábamos en el Coro. A los doce años era este “guaje”totalmente incapaz de criticar la tiara, ni el “Extra ecclesiam nulla salus”, ni la pompa vaticana. Gracias a la “formación” en Comillas fui yo a los doce años rabioso franquista y, recién cumplidos los trece, ingenuo pro-nazi.Ya he contado aquí más de una vez los detalles, el ambiente de Comillas frente a estos dos datos históricos. Fue mi voz la del que clama en el desierto. Ahora tal vez me iba a ayudar alguien a entenderlo mejor y tal vez hasta perdonarlo, cosa que no he podido conseguir.
El blog me decepciona. A nadie le interesa elaborar en nuestra madurez el influjo que esos himnos tuvieron en el alma joven, su puesto en la “formación” en Comillas. Tres o cuatro voces que intervienen (comienzan cada entrada alabándose mutuamente la sagacidad, y la exquisitez de sus intervenciones), se limitan al exhumar arqueológico de partituras e interpretaciones musicales. Victoria tras victoria. Del influjo en nuestra formación religiosa, ni una señal.
Es como si un ejército invasor agujereara con fragor bélico nuestros Pirineos desamparados y los testigos no se ocuparan para nada de las víctimas sino que se deleitaran sibaríticamente en el ritmo del trotar de los caballos y el ronquido de las trompetas vencedoras.
José Manuel Ruiz Marcos