Varios de vosotros habéis propuesto la creación de un espacio en el que se puedan comentar "cosas" de nuestra vida en Comillas aunque no estén referidas directamente a la música o a la Schola. Acabo de ponerlo marcha en sus aspecto más elementales y en él he copiado los últimos comentarios que me parecían estar en esa línea a modo de aperitivo. Sin embargo, como entrada más solemne, este escrito de JoséMa, nuestro decano, que fue quien primero señaló la necesidad de abrir este entorno: Vivir en Comillas.
Hola, Alfonso, Xabier, Lino, Arcadio, os oigo, la juventud se muestra adicta a que los contactos aquí no tengan que ser “exclusivamente musicales”. No sé si existe de veras, eso, diferenciable y diferenciado, que se ha dado en llamar lo ”musical”. Si existe, tiene que ser muy integrado en el conjunto, y sólo distinguible como distinguimos entre alma y cuerpo, pura razón. Somos de una pieza. Para mí lo que llamáis “no exclusivamente musical” es totalmente perteneciente a la música, es o bien su efecto maravilloso o su atmósfera condicionante, o ambas cosas a la vez. Claro que sí, en Comillas y en la Schola.
La Schola Cantorum fue en Comillas mi verdadera”comunidad”... (ver texto completo >>).
martes, 28 de febrero de 2012
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El pasado que interesa, JoséMa, es el que pervive en el recuerdo y que, por tanto, sigue obrando e influyendo en nuestra manera de ser y de ver las cosas; importa menos, a mi juicio, que ese pasado recordado coincida o no con el pasado "nouménico", el pasado tal como se supone que lo vio el ojo de Dios inscrito en el triángulo. Puede que la Schola, ni siquiera en aquellos tiempos gloriosos, fuera el paraíso pitagórico que nos describes, pero no dudamos ni un momento de la veracidad de tu recuerdo, precisamente porque es tu recuerdo y dice de ti tanto o más que lo que dice de aquellos tiempos.La pizca de hipérbole que pueda haber en la imagen orwelliana que nos das de los "padrucos" habla también del espirítu vivaz de un niño alérgico a disciplinas, constricciones y obediencias. Igualmente, las resonancias marciales que se perciben en algunos párrafos evocan por sí mismas unos tiempos en los que podía aparecer en un ensayo un teólogo recién llegado del frente todavía con olor a pólvora.Gracias por tu testimonio.
ResponderEliminarAlfonso