Ahí os pongo una imagen del valioso documento sonoro (pinchando en la imagen se amplía la información) que Arcadio consiguió del Ayuntamiento de Astigarraga. Profundamente agradecidos a ambos.
Desde las páginas de nuestra web (AUDITORIUM y PARTURAS podeís acceder a las obras que por el mommento hemos conseguido reunir. En el apartado MÚSICA Y MUSICOS DE COMILLAS encontráis aquellas de las que disponemos partitura e interpretación musical.
Ahora os toca a vosotros decir si ha merecido la pena "descubrir-recuperar" a Almandoz.
Nota: Ha quedado guapa la imagen del CD, a que sí?
miércoles, 7 de marzo de 2012
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Caleidoscopio:
ResponderEliminarEn mi paseo matutino por la orilla del Ebro me he encontrado con este sorprendente grafiti: “Los inteligentes son ignorantes”. Me ha intrigado tanto, que me he dicho: ¿cómo meterlo en el blog si no es tema de la Schola ni propiamente de vivencia comillesa? (¿o sí?) Bueno, le añadiremos la coletilla “en materias musicales”, que sirva de calzador para encajarlo en un comentario, no excesivamente ajeno a los temas que nos ocupan. La frase quedaría así: “Los inteligentes (en materias musicales) son ignorantes” Y, si bien se mira, esta enigmática frase tiene significados y talantes distintos si la firmara “Un inteligente” o bien “Un ignorante” (pruébese a ponerle al pie una u otra firma). Pero todavía se puede “rizar el rizo” hasta un nivel más perifrástico, si junto a este grafiti de sentido tan poliédrico escribiéramos este otro no menos sorprendente: “Los ignorantes (en materias musicales) son inteligentes”. Y desde luego yo me atrevería a firmarlo, porque, en efecto, creo que de ellos (de los que se tienen por “ignorantes en materias musicales”) es el reino de la emoción pura y sin mancha ni trabas de ortopedias teóricas. Y me da la impresión de que mi admirado Almandoz también la firmaría. Él que, poseyendo tantas sabidurías,decía con sorna, según leemos en esa extraordinaria biografía que nos ha proporcionado Arcadio, que los organistas habían escogido "vivir en el Limbo" (frase no menos enigmática que todas las anteriormente expuestas)
Rizando el rizo
ResponderEliminarSe podría poner en duda que no sea un tema de vivencia comillesa. Porque, Rafael, quién, sin haber pasado por Comillas, se puede quedar tan intrigado leyendo un grafiti así, paseando por la orilla del Ebro,a primera hora de una mañana de invierno? No olvides que muchos de los que salieron de Comillas se repartieron por el mondo como profesores de filosofía. ¿Verdad Lino? Y, claro, qué otra cosa podían enseñar si no es a reflexionar sobre ese tipo de mensajes revolucionarios?
Así pues, sin duda es materia del blog.
El texto te lo puedes imaginar firmado por un inteligente o un ignorante. A mí, sin embargo, me parece que lo pintó un grafiterio resentido, en franco ataque a la inteligencia. Encaja con la filosofía grafitera.
Si no fuera así -y ello sí que habría dado pistas- habría escrito "los inteligentes somos ignorantes".
Llegados a este punto nos encontamos con la polisemia: inteligente como "capaz de entender" (habilidad, competencia) o inteligente como "instruido". Sentido bien distinto.
Si tomamos éste, ya empiezo a estar de acuerdo, pues cuanto más profundiza uno en el conocimiento de una materia mayor es su perspectiva y más consciente es de lo mucho que ignora. Tomado así, inteligente e ignorante son, seguramente, la misma persona. Por eso termino coincidiendo contigo en aquello de " de los que se tienen por ignorantes es el reino de la emoción pura". De los que "se tienen por" y no de los auténicamente lo somos. ¿Te digo por qué lo creo así? Pues porque estoy convencido de que una de las dimensiones esenciales de la emoción es la capacidad de compartirla y comunicarla. Y, para conseguirlo, la ignorancia es una gravísima limitación. De eso estoy bien seguro.
Bueno, yo no estoy muy seguro de que la capacidad de compartirla y comunicarla sea dimensión “esencial” de la emoción misma. Creo que todos habremos tenido la experiencia de quedarnos mudos y de refugiarnos en el silencio después de un concierto que nos haya llegado al alma. De todas formas, en esto de los grafitis, cuanto más en el aire e impreciso queda su sentido, más sugestivos e incitadores resultan. No hace mucho en un determinado barrio las paredes de las casa sufrieron un aluvión de escritos. Los vecinos decidieron pintar de blanco una pared determinada. A la mañana siguiente, sobre el blanco inmaculado, apareció este escrito: “mentes sucias necesitan paredes blancas”. Si yo hubiera sido uno de los vecinos con veleidades de grafitero, hubiera escrito a continuación: “para mancharlas”. Me quedé con las ganas.
ResponderEliminarPienso, como Rafael, que si las mentes sucias necesitan paredes blancas, es para mancharlas. Pero, quizás lo que no sepan esas mentes es que "las blancas palomas vuelan sobre blancos palomares, pero nunca se posan en muros ruinosos".
ResponderEliminarCreo, como Alejandro, que hay emociones que solo se disfrutan cuando se comparten y se comunican. También hay otras, en la dimensión que apunta Rafael, que están hechas para disfrutarlas en la intimidad.
Arcadio.
Siento que nos hayamos metido en ese jardín de los grafiteros, que no responde en absoluto a esa invitación a decir si nos parece que ha merecido la pena recuperar la música de Almandoz. Creo que todos damos por supuesto que sí. Que Norberto Almandoz es de los músicos verdaderamente "grandes" que han salido de Comillas quedaba claro al leer su interesantísima biografía. El poder oír las interpretaciones que nos proporciona el disco lo confirma con creces. Su música es de una elegancia y de un aliento de altos vuelos (Berceuse, Elegía). No sabía que el Tenebrae estaba dedicado al P. Prieto. Interpretamos esa obra las voces graves del coro reducido,según consta en el programa, el Viernes Santo del año 57. Prieto nos hizo poner mucho empeño en conseguir ese fondo de contenido dramatismo que tiene su armonía, sobre el que destaca la emocionante melodía del "Deus meus, ut quid me dereliquisti" y del "Pater, in manus tuas commendo spiritum meum". Toda la música de Almandoz tiene un sello de modernidad que hace que nunca suene a "lo ya oído". Así que agradecidísimos a Arcadio, por esa aportación suya tan importante
ResponderEliminarAntes de que la imagen de ese disco de Almandoz se nos pierda en las abismales entrañas del blog, quisiera decir cuánto me emociona y maravilla esa brillante y conmovedora pieza para piano: “Berceuse”. Una deliciosa melodía popular vasca de solo tres notas le sirve a Almandoz para dejar volar su fantasía por las cumbres del lirismo más delicado, que llega a tener momentos de apasionado arrebato. Ese fondo de maravillosa tristeza que rezuman muchas de las melodías populares vascas tiene en Almandoz, como en los “Preludios vascos” del P. Donostia, una expresión insuperable. Cuando uno acierta a dejarse envolver por la magia con que ambos hacen sonar el dulce corazón del piano, no la olvida jamás. La canción se llama “Amaiur”.
ResponderEliminarMuchas gracias, Rafael, una vez más; en este caso por darme a conocer los preludios del P. Donostia. He escuchado los 18 preludios que aparecen en el imprescindible Spotify (Donostia: "Basque Preludes/Nostalgia", del sello Naxos, con Jordi Masó al piano). Son composiciones maravillosas, al igual que el Bercuse de Almandoz, composición que no me canso de escuhar.
ResponderEliminarAunque la música de Almandoz tiene un identidad propia y, efectivamente, novedosa, los primeros movimientos o compases de Bercuse tienen la solenmnidad de la suites para violenchelo de Bach; y, cuando suenan cello y piano, me recuerda la elegancia y vivacidad de las canciones argentinas de Ginastera, pero con una frescura saludable. ¡Música para disfrutar, la de Almandoz!
Arcadio.
Perdón, compañeros. En mi anterior comentario, cuando al final hacía mención, por error, a la composición Berceuse de Almandoz, haciendo referencia a Bach y Ginastera, me quería referir a la composición "Elegía" de Almandoz (para cello y piano), composición que me parece grandiosa.
ResponderEliminarArcadio.
Cuando era niño, los banquetes típicos de las fiestas, incluso bodas y bautizos, se preparaban siempre en casa. Mi madre cocinaba para todos, ponía la mesa y la servía... No se sentaba a comer. Recuerdo su explicación: Llevo toda la mañana con los vapores de los pucheros y las sartenes...
ResponderEliminarA mí, con la música, me ocurre algo parecido. Con el trajín de cocinarla para servirla en la mesa, pierdo el apetito adecuado para disfrutarla.
Ahora, gracias a los comentarios de Rafael y Arcadio, he vuelto al Auditorium, ya en calidad de comensal, y disfruto esos deliciosos platos.
Confieso además que nunca había oído ninguna pieza del padre Donostia -ya veis que existen los ignorantes y cuánto es lo que lo que nos perdemos- y que hoy, por primera vez he oído y disfrutado esos preludios de los que habláis. Delicatessen.
Siento que se haya cortado la reflexión sobre "compartir" y "comunicar". Dejadme añadir al menos que, siendo el humano un ser esencialmente "social", todas sus experiencias tienen una dimensión social. Puede uno, por supuesto, quedarse mudo y refugiarse en el silencio en un momento dado. Pero incluso el apartamiento y la intimidad es, en esencia, un acto social porque ambos estados se necesitan mutuamente como referencia, al menos mentalmente.
Yo, al menos, lo veo así.
He terminado de escuchar las composiciones de Almandoz. El «Te Deum», el «Tenebrae», la «Pequeña elegía», esa «Berceuse» tan tierna, delicada, el «Urrundik», «Ituna»… De todas ellas únicamente había escuchado «Goiko mendian». Ciertamente ha merecido la pena esperar. Todo ello un verdadero lujo que os agradezco a los artífices, Alejandro y Arcadio. La «Salve», sorprendente, arrebatadora: ese grito «ad te clamamus, etc.», difícilmente superable. Si acaso, ese «Himno de Astigarraga» desdice, al menos para mi gusto, aunque tal vez más por el género que por otra cosa, al lado del resto. ¿Será que no me va lo marcial y que se me ha apagado el ardor guerrero?
ResponderEliminarRamón