Tras los alumnos aventajados, su maestro: Otaño. Tenemos una buena colección de obras interpretadas magistralmente por Esteban Elizondo cuya interpretación del Adagio ya nos ha ganado. ¿Por dónde seguir? Manero me escribió hace unos días: Yo creo que iría bien, después de haber escuchado su primera obra (el Adagio 1908), la última (Salmo sinfónico 1940), para apreciar la diferencia y hacernos una idea de su evolución que es muy notable. También estaría bien el poner después su “Elegía” 1916, dedicada “A la santa y dulcísima memoria de mi Maestro Don Vicente Goicoechea” (+ 1916)”. Como en el caso del Adagio contamos con el comentario, que va en en prólogo, de Enrique Massó.
En efecto, las observaciones de Enrique Massó, publicadas en 1965, cuando este músico era Catedrático del Real Conservatorio de Madrid, pueden ser una excelente ayuda para entender mejor la obra de Otaño. Forman parte del Prólogo que figura al frente del Cuaderno V de las Obras Completas del P. Nemesio Otaño S. J. Su utilidad estriba en que, quien las lea, puede hacerse cargo de la precocidad y altura del talento musical de Otaño, de su capital contribución a la elevación de la música sagrada española, a nivel europeo, comparable con la mejor de su época, y por los análisis breves, pero muy orientadores, de todas y cada una de las obras publicadas en ese tomo V de sus O. C., dedicado a las Obras Orgánicas. Estas notas me parecen el complemento ideal para los que estén interesados escuchar las interpretaciones que se vayan publicando en el blog
Pues... no se hable más. En la página MÚSICA Y MÚSICOS COMILLESES del AUDITORIUM podéis disfrutar estas obras.
martes, 20 de marzo de 2012
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