En 2012 realicé un trabajo de
investigación sobre Norberto Almandoz (que acaba de ser publicado), y estuve
leyendo vuestros comentarios sobre él en el blog, y contacté con Arcadio a raíz
de eso y me dijo que escribiera algún día alguna cosilla de Almandoz.
"Amigos del
foro, ¿habéis tenido la oportunidad de escuchar el concierto de "polifonía
española para Semana Santa" que ha tenido lugar hoy (18 de febrero) en la
Fundación Juan March de Madrid? Ha sido radiado por Radio Clásica, y para los
que no hayáis podido, seguramente en unos días esté disponible en
http://mvod1.akcdn.rtve.es/resources/TE_SFICE01/mp3/9/2/1424295617529.mp3
http://mvod1.akcdn.rtve.es/resources/TE_SFICE01/mp3/9/2/1424295617529.mp3
El programa, magnífico, estaba compuesto por obras de músicos comillenses como
Nemesio Otaño, Norberto Almandoz y José Ignacio Prieto.
Desde hace unos
días quería escribir un post dedicado a uno de estos compositores, al
astigartarra Almandoz, de quien realicé un trabajo de investigación en 2012 como
Actividad Académica Dirigida de los estudios de Musicología, estudio que ha
corrido la suerte de ser publicado por Libargo, una editorial joven centrada en
obras de investigación humanística, arte, educación y cultura.
Aquí os dejo
algunas cosillas de su relación con Comillas, por si os interesa y desconocéis.
Almandoz llegó
al Seminario Pontificio de Comillas en 1913 con una intención muy clara:
perfeccionar su técnica de órgano con Nemesio Otaño, con el que pronto logró
forjar una profunda amistad (testificada por las 261 cartas conservadas entre
ambos, fechadas entre 1915 y 1954). Poco tardó Otaño en advertir las altas
cualidades y prematura preparación técnica de Almandoz, que de inmediato se
convirtió en su alumno predilecto, y fue nombrado profesor asistente para las
clases de armonía de sus compañeros del seminario.
Recordemos que
en 1903 había tenido lugar la promulgación del Motu Proprio Tra le
sollecitudini de Pío X, que pretendía dignificar la música interpretada en
los cultos religiosos, apartándola de la influencia de los géneros profanos y
teatrales. Tras esto, se sucedieron una serie de Congresos Nacionales de Música
Sagrada en España, que pretendían la renovación de la música religiosa y
consiguieron cohesionar a compositores de distintas zonas del país, despertando
entusiasmo por el canto gregoriano y la polifonía clásica, a la vez que iban
disolviendo a los detractores de esta nueva orientación de la música sagrada. En
este contexto, adquiere gran importancia la figura de Nemesio Otaño, organizador
del primero de estos Congresos (celebrado en Valladolid en 1907, con la
asistencia de unos 700 músicos de toda España), que desde este momento se
convirtió en una especie de cabeza visible del movimiento reformista.
Pues bien,
Almandoz ingresó en el Seminario tan sólo seis años después de este Primer
Congreso, por lo que tuvo que beber directamente del ideario reformista de su
maestro Otaño, gracias al cual acabaría convirtiéndose en uno de los artífices
de la reforma. Como ejemplo de ello podemos citar su intensa colaboración con
Música Sacro-Hispana, revista que se convirtió en una pieza clave para
organizar el movimiento reformista, en la que vieron la luz casi una veintena de
sus obras musicales. Además, Almandoz tuvo la suerte de encontrarse en el
Seminario con la magnífica Schola Cantorum que había fundado Otaño en 1910 y
que, en palabras de Jesús Mª Muneta, llegó a convertirse en una institución
modélica para la música religiosa, dando “años de gloria y prestigio” a la
música sacra española, y convirtiéndose en una escuela de maestros de capilla y
organistas de primera fila que “hicieron posible, bajo el magisterio de Otaño,
el cambio que pedía el Motu Proprio de Pío X en casi todas las catedrales
españolas”.
Hemos de señalar
también que Almandoz conoció en Comillas al que se convertiría en un gran amigo
a lo largo de su vida: Valentín Ruíz Aznar, que ingresó en el Seminario en 1917
atraído por la personalidad de Otaño. En 1927, Ruíz Aznar pasó a ocupar la plaza
de maestro de capilla de la Catedral de Granada, quedando muy cerca de su amigo
Almandoz, que desde 1919 ejercería como organista primero de la Catedral de
Sevilla, para veinte años más tarde convertirse en maestro de capilla de la
Catedral hispalense. Y lo que pasó en Sevilla ya es otra historia...
Todos estos
congresos a los que hemos hecho referencia, celebrados en torno al Motu
Proprio, dieron lugar en España a una auténtica generación de compositores
religiosos conocidos como Generación del Motu Proprio, respecto a la que Tomás
Marco, en su Historia de la música del siglo XX, no se mostraba nada
optimista, refiriéndose a ella como “a la que le ha tocado dar, o que le dieran,
el cerrojazo definitivo a una forma de música persistente durante siglos”,
afirmando que nos hallábamos “ante una generación que sacrificó su talento
creador en una tarea a la postre inutilizada; una generación explotada si no
simple y llanamente estafada”. No obstante, conciertos como el de hoy demuestran
que ese cerrojazo todavía no se ha dado, y esperemos que no sólo no se dé sino
que se empiecen a abrir puertas que nos conduzcan al conocimiento de todos estos
compositores, evitando que estos caigan en un injusto olvido.
Ver página citada: http://www.libargo.com/presentacionnorbertoalmandozsevilla/