Hace bastante tiempo que envié la traducción "pedrestre" y rápida de lo que contaba sobre nuestra Schola en el libro que me han hecho escribir (con motivo de la bodas de oro de la ordenación hace ya tres años).
Por fin, solventadas las dificultades "financieras" motivadas por la crisis, se ha publicado el libro.
Te envío esa parte referente a nuestro querido coro.
Si te parece publicable (al menos la traducción) en el blog de la Schola... Lo mismo que dejo en tus manos el pulir o no el lenguaje de la traducción, que buena falta le hará. La tradución, por definición, siempre resulta ser una traición. Y no digamos nada la tradución de lenguas tan dispares.
Un fuerte abrazo. J. Bicente Gallastegui (ver texto >> )
Nota de publicación: Cuando leí por mi primera vez ese "al menos la traducción", pensé: "estos vascos...". Pero, ahora, al publicarlo, he pensado que el cariño que demuestra Juan vicente por su lengua bien merece publicar el texto también en euskera. Así pues, sea en homenaje a los muchos amigos de esa tierra a la que tanto debe la música coral y la Schola.
Alejandro Rivas
Me parece muy buena la idea de Alejandro de publicar esas memorables memorias de Gallastegui. Por lo que pude vivir en las mismas circunstancias y los mismos escenarios, la fidelidad de la narración de Juanito y su capacidad de evocación son admirables. Y el que quede constancia de su redacción original en euskera creo que debe ser señalado con piedra blanca. Aun sin entenderlo, es indudable que todos incorporamos, en su día, a nuestra vivencia de la música su pura sonoridad. Habrá quienes, entendiéndolo, sientan ante ese enigmático texto su frescura original. Otros nos limitaremos a contemplarlo como si fuera un misterioso jeroglífico que, sin embargo, no nos es ajeno del todo, después de tantas interpretaciones de canciones vascas en los conciertos de la Schola. Música e idioma en una fusión, puramente sonora, que a muchos nos resulta inolvidable
ResponderEliminarMe alegro por ti, Gallastegui: estar de ronda por el setenta y tantos de la vida –por el «arrabal de senectud», como le gusta decir a Manero– en compañía de tan felices recuerdos es una suerte que todos querríamos para nosotros. Gracias por hacernos partícipes de ellos, por tus vivencias narradas con sencillez, por la imagen de Comillas que nos ofreces, por la del padre Prieto, tan bien caracterizado al paso de la narración. Gracias.
ResponderEliminarRamón
Amigo Gallastegi; me identifico totalmente con el comentario de Manero a tu relato extraído del libro de recuerdos (Abade baten oroipenak- Recuerdos de un cura) que tuviste la delicadeza de regalarme apenas salido de la imprenta.
ResponderEliminarSoy parte interesada, pués, y mas aún por nuestra amistad casi familiar y de paisanaje que se inició el año 1947 (segundo de latinos). Tu entraste entonces de tiple. Yo no lo era y por ello no compartí contigo esos primeros años musicales.. Lo mas que llegué es a adelantarme en el aprendizaje del txistu que muy pronto se convirtió en “dos voces”, acompasadas por las partituras (Olaizola, Bastida., Urrengoechea..) que nos llegaban en la revista “Txistulari. Mucho mas tarde, llegarían la “tres voces” con Zurbano con el silbote (bajo) para acompañar al grupo de Ezpatadantza que seguía animando Antonio Morales, el iconoclasta “jocista” de La Peña. Todo con partituras que se editaban en la revista “Txistulari”.
En ese trozo de tu evocador libro que Alejandro ha tenido la delicadeza de reproducir simbólicamente también en euskera (vascuence decíamos entonces y tu fuiste mi primer profesor del mismo y yo el peor alumno que hayas tenido nunca), recoges el recuerdo de unos años en los que la Scholla tiene un papel central y fundamental en tu vida del seminario (los recuerdos mas gozosos- oroipen gozoenetakoak). Ambos, sin embargo, compartíamos muchas mas cosas; desde la compenetración jugando por la banda al futbol (tu defensa, yo delantero), la complicidad antifranquista para comentar las lecturas del refectorio, después en el recreo, hasta el amor por nuestra tierra que recorríamos en bicicleta a pesar de la distancia entre Durango y Vitoria.. Y como remate, reencontrarnos de nuevo en Comillas al cabo del tiempo, con la música como maravilloso vínculo, evocando el Paraninfo y Santa Cecilia, el coro y la Semana Santa.
Un abrazo, Juanito
Xabier S. Erauskin