lunes, 15 de octubre de 2012

Crónica del viaje a Roma. 1950

Os envío un nuevo regalo, especialmente dedicado a los amigos mayores.
No dejó rastro alguno la crónica del Congreso de Zaragoza de 1952 que fue germen de una entrada en julio. Hoy vamos con otra.
Por estas mismas fechas, cuando corría el año de 1950, recorría carreteras españolas, con destino a Barcelona, la Schola. De aquel viaje hacia Roma, en particular del periplo nocturno en busca de alivio vesicular por los pasillos del Conde Argelejo, algo nos contó Manero. Hoy os dejo una crónica de ese viaje. Que quienes lo hicisteis lo disfrutéis y os sea el relato despertador de recuerdos dormidos.
Ramón Cubillas
Ver crónica >>


-Partitura de "Vivo sin vivir en mí", citada en el comentario de R. Manero >>
(También incluida en la página de PARTITURAS de nuestra web >>)
-Interpretación en versión digital de "Vivo sin vivir en mí": >>
-Desde la página AUDITORIUM de nuestra web se puede acceder a las obras que nos ha enviado Fernando Gómez Jácome, interpretadas por el Grupo Vocal "Solo Voces" bajo su dirección: >>

13 comentarios:


  1. Una vez más ,Ramón Cubillas, nos has liberado con tus repuestos y reservas de siempre, de la parálisis del blog y de nuestros ánimos, un mes entero lanzando el ratón y no viendo otra cosa que la sonrisa escéptica y asustada de Paco Pérez, sin pizca de comentarios.
    Me vine a enterar de este vuestro viaje años después, porque en el tal septiembre yo había salido en barco precisamente desde Barcelona, camino de las Antillas para ser, entre otros quehaceres, director del Coro en el Noviciado-Juniorado de La Habana, y trece meses más tarde, del Coro de 130 voces en el Seminario de la Capital de la República Dominicana, que entonces alevosamente se llamaba “Ciudad Trujillo”.
    Tuve envidia de vuestra suerte.Lo que más me impresionó fue el primer concierto en Comillas, y en el Cine, en aguas totalmente desconocidas, a pesar de haber vivido en la villa `nueve años. Conciertos en Santander,en Castro Urdiales, en Donosti y hasta en la basílica de San Pedro en Roma. Y pasando por Loyola, Laredo, Zaragpza, Montserrat, siempre de canto, de cuerpo presente,hasta con la Cantiga del Rey Sabio entre los vaivenes del barco. La verdad es que casi lloré lamentando haber desertado y tan a destiempo, nada más que tres años antes, de Comillas y de la Schola. Siempre me he quedado hasta hoy, en vista de estos desenlaces, con el mal gusto de haber interrumpido una era muy importante de mi formación; de mi vida y de haber perdido con ello un final mucho más venturoso que el que tuve, el que hubiera sido y al que estaba llamado por vocación de esa apoteosis de nuestra Schola, cerrando mis nueve años de contralto y de bajo. Me imaginaba lo que aquellos días y aquellas horas hubieran servido para atar amistades, gustar placeres, gozar con la convivencia, con los triunfos en común. Algo como para cerrar una época.
    Me quedo con la esperanza de que algunos o muchos de los que viajaron con Prieto a Roma, ya no quedarán tantos, que no sean mudos testigos, que nos cuenten confidencialmente, y ahora con la mirada vuelta a más de medio siglo hacia atrás, lo que las vivencias de este viaje han significado en su vida, viéndolas y comparándolas ahora, con la sabiduría de la vejez, con y desde la soledad siempre presente en nuestra edad. Cómo os lo voy a agradecer…
    JoséMa

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  2. Querido Ramón: si tuviéramos que dar un premio al que con más hondura ha conmovido las entretelas de nuestros recuerdos y emociones, seguro que tú te lo llevabas. Con esta última entrega has conseguido resucitar a los muertos (lo digo por mí, naturalmente). He leído esa crónica, y a medida que avanzaba en la lectura se iban despertando en mí entusiasmos y admiraciones. Comenzando por el personaje a quien está dirigida: José María Galarraga. “In illo tempore”, años 47,48..., algunas de las doradas glorias de la Schola, que ya habían salido de Comillas, venían a reforzar el coro. Recuerdo a dos tenores extraordinarios: Galarraga y San Martín. Con ellos la cuerda de tenores adquiría un brillo que llamaba la atención de los pequeños, que nos deslumbraba. San Martín era un navarro de voz poderosa que, cantando un fortísimo en uno de los ensayos con un caramelo en la boca, se le escapó el caramelo y fue a dar en el cogote de un contralto. La voz de Galarraga era de una cálida dulzura, sin aristas, puro terciopelo sonoro. El estilo en que está escrita la crónica me intrigaba mucho. Me ha encantado su sentido del humor. Pero yo me iba diciendo: “sin duda el que escribe es un buen músico”. Su forma de aludir a las obras que interpretamos así me lo hacía suponer. Escribe: “la gracia de sus Caprichos, el dramatismo de sus Responsorios, la novedad sencilla en lo moderno de sus Villancicos...” ¡Quién será el cronista! Hasta que al hablar de la música en el barco alude a la forma en que sus compañeros se dirigían a él con el “Moreno tiene que ser...” Inmediatamente he ido al final del artículo para ver la firma. Nada menos que ¡José Antonio Moreno! De él guardo un precioso recuerdo precisamente de aquella noche en el barco. En el gran salón había un hermoso piano de cola. En él se sentó un sacerdote, antiguo alumno, y estuvo tocando a Granados y a Albéniz hasta bastante tarde, ante un grupo en el que nos encontrábamos algunos pequeños. Años más tarde, cuando pasamos a Filosofía, me di cuenta de que una de las canciones que con más gusto cantábamos en las misas de comunidad los del Coro Reducido era la que lleva por título “Vivo sin vivir en mi”, sobre la conocida letrilla de Santa Teresa. La hondura de sentimiento que rezuma esa música, el vuelo de la melodía tan elegante, tan lírica, la armonía con un sabor moderno indudable, con esos acordes que tanto nos gustaban (los acordes llamados “de novena”, de los que ya hablamos en alguna ocasión), todo en esa pequeña obra nos encantaba y nos hacía volver a ella con muchísima frecuencia. Y allí, en la partitura, en el sitio reservado al nombre del compositor, se leía “J. A. Moreno”. ¡Gran descubrimiento!: Toma, pero éste es “aquél”. Es la única obra que de él conozco. Debió de ser un hombre de una gran modestia: el que no aluda siquiera a aquel momento musical del barco del que él fue protagonista y que a mí tan hondo recuerdo me ha dejado lo hace suponer. Para ti, Ramón, un nuevo reto. Mira a ver si nos descubres algo sobre la vida y obras de este, indudablemente, buen músico comillés: José Antonio Moreno. Os escaneo la partitura del “Vivo sin vivir en mí”. Tal vez, si no he olvidado tan laborioso ejercicio, puede ser que la digitalice y así la podáis oír. Saludos. Rafael

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  3. Os pedía comentarios esta mañana y el primero es muy revelador.Gracias, Rafael Manero,uno de los "pequeños" y con buena memoria, después de 62 años.Seguro que gracias a tan sugeridores recuerdos vamos a conocer, si Ramón no nos falla y sigue fiel a sus instintos, los valores musicales de Juan Antonio Moreno.úEsto marcha muy bien! Que salgan más "pequeños" al ruedo con sus recuerdos y emociones.
    JoséMa

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  4. Después del comentario anterior se me ocurrió consultar a Google.El resultado es inmenso y le confirma estruendosamenrte las suposiciones y el olfato musical ("olfato" dije?) de Manero.
    Helo aquí:
    OBRA DEL MAESTRO MORENO FUENTES
    Aparte de las obras espirituales y pastorales que como persona y sacerdote realizó fructíferamente, ajustándonos al apartado musical, la gran mayoría de las obras del Maestro Moreno Fuentes se conservan en la sección musical del Archivo Catedralicio de Lugo. Su estilo compositivo es cercano a los grandes autores clásicos: Victoria, Palestrina, como fruto del movimiento iniciado por Otaño, Prieto... después del "motu proprio" sobre la música Sacra de SS Pío X.

    También merece una antención especial a la labor que desempeñó en la música de salón, especialmente en lo que se refiere a música gallega. Sobre textos de la Cantora del Sar, compone "Ocho lieders" a una voz con acompañamiento de piano, estrenándose dicha obra en Pontevedra en 1954. Es autor de "Cinco Cantos populares galegos" y de "Pequeña colección de corais galegas", sobre versos de Rosalía de Castro.

    Destacamos como obras fundamentales de su producción sacra la "misa Peregrini", compuesta para cinco voces mixtas, que se interpretaba los domingos del Corpus, y que fue traducida al gallego. Destacan también el "Panis Angelorum", "Tu es petrus", "Ecce Panis", "Tantum Ergo", "Crux Fidelis", y un largo etcétera.

    OBRAS DE MORENO FUENTES EN FORMATO PDF Y MIDI:
    Estrella del mar pdf
    Estrella del mar midi
    Tu es petrus pdf
    Tu es petrus midi
    Ave Regina Caelorum pdf
    Ave Regina Caelorum midi
    Tota Pulchra pdf
    Tota Pulchra midi
    Tantum Ergo pdf
    Tantum Ergo midi
    Tantum Ergo Sat pdf
    Tantum Ergo Sat midi
    Tantu Ergo pdf
    Tantum Ergo Coram Monumentum pdf
    Tantum Ergo Coram Monumentum midi
    Popule Meu pdf
    Ecce Panis pdf
    Ecce Panis midi
    Crux Fidelis pdf
    Crux Fidelis midi
    Dominus Jesus pdf
    Dominus Jesus midi
    (Transcripción:Javier Gómez Jácome, Fernando Gómez Jácome)

    Que Ramón ponga el colofón
    JoséMa

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  5. Magnífica aportación la tuya, JoséMa. En efecto, se trata de Juan Antonio Moreno, no José Antonio,tal como yo había escrito, llevado por algún tic ancestral en el intercambio de juan por josé. A ver si podemos conocer obras suyas. Estoy seguro de que merecerá la pena. Él también (hablando de compositores comilleses) es uno de "los grandes". Un saludo. Rafael.

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  6. Sin Pio XII ni Ben Barek, memoria de un viaje frustrado
    Soy consciente de cometer un sacrilegio al interferir en los testimonios musicales del “Comillas-Roma 1950” con los recuerdos de un chaval de quince años recién cumplidos, que ni era de la Scola, ni participó en la Gran Marcha (nada que ver con la de Mussolini). Me decido, sin embargo, a engordar nuestro desnutrido blog, resucitado momentáneamente por el oportuno “despertador” Ramón, sacudiendo de mi desmemoria un “tempo piano” vivido al compás lejano de la peregrinación romana.
    Anteriormente, en los corrillos en Retórica de Mayo, habíamos podido saber que los “relegados” teníamos chance de integrarnos en la expedición cantora. Era cuestión de pagarse el viaje de ida y vuelta a Barcelona y algún añadido no excesivo. La singladura marítima sería a la cuenta mayoritaria de los familiares de los “marqueses” de la Trasatlántica.
    Mantuve pues mis esperancillas hasta llegar a casa en vacaciones. Pero allí la economía no estaba para echar cohetes. Mis alegatos por la piadosa visión in situ de nuestro venerado Pío XII no parece que conmovieran a aita (mi padre). Me quedé compuesto y sin novia papal y lo que era peor sin futuribles con las aventuras de un apetitoso viaje a Roma.
    Tal vez para no defraudarme demasiado, aita me prometió entonces, como premio de consolación seguramente, que me llevaría a San Mamés a ver al Athletic (nunca había estado allí y era mi equipo.. después del Alavés) al comienzo de la Liga en Setiembre. Tendría el aliciente de que el partido era contra el Atlético de Madrid de Ben Barek, marroquí negro (el primero en España?), extraordinario jugador y santo de mi devoción que alternaba en mis sueños tanto o mas que el “Pastor Angélicus”, Pío XII.
    Llegó el día señalado. Fuímos en el autobús de línea desde Vitoria. Casí me arrodillé al entrar en “la Catedral” (así llamaban ya entonces al vetusto campo de futbol bilbaíno). Aquella mañana nos habíamos enterado de que no jugaría Ben Barek, lesionado en un entrenamiento. Pelillos a la mar cuando tenía enfrente a mis santos de carne y hueso, la delantera gloriosa con Iriondo Venancio, Zarra, Panizo y Gainza. Estaban los cinco. Ganaron cuatro a cero a pesar de Marcel Domingo el portero francés del Atlético, a pesar de Juncosa o el sueco Casrlsson (ese año ganaron la Liga).
    Un grandísimo recuerdo pero teñido de la nostalgia de no haber aplaudido por una vez en mi vida a la estatua de Pío XII en la Silla Gestatoria y al negro Ben Barek en el estadio de San Mamés.
    Xabier S. Erauskin

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  7. Bueno, ahí os brindo esa interpretación electrónica del “Vivo sin vivir en mí” de Juan Antonio Moreno. Bien pudiera calificarla de “Nocturno”, porque me ha ocupado las horas más hondas de la noche. Y ¡quién sabe!, a lo mejor el compositor la escribió también en parecidas circunstancias. El pulso tranquilo de esta composición tiene mucho de “noche sosegada en par de los levantes de la aurora”. Os aconsejo que la escuchéis con la partitura delante, porque es un ejemplo maravilloso de cómo música y letra se funden en un emocionante abrazo y se comunican su íntimo aliento, ese balbuciente no sé qué, con que ambas llegarán a emocionarnos. El núcleo del poema de Santa Teresa es esa expresión, que se vuelve sobre sí misma, acumulando tensiones que lindan con el delirio: “que muero porque no muero”. Esa emoción ambigua que Fray Luis, ante el cielo estrellado, describiría como “un ansia ardiente” (“el amor y la pena despiertan en mi pecho un ansia ardiente”) Ese “ansia ardiente” es lo que rezuman los versos de la Santa y, eso creo, la música de Moreno. La composición empieza con una introducción de órgano en la que la línea de la melodía es como un quejido: es el mismo giro melódico que después encontrará su expresión hablada en el canto del “que muero porque no muero”. Horacio diría: “irruit in medias res”. La música nos hace presentir, desde su arranque, ese lamento que constituye el corazón del poema. Los aciertos se suceden en los pequeños detalles: esa frase de la introducción termina con lo que será después el rotundo final del poema y de la música: el “porque no muero” definitivo. Cuando, en la estrofa, el canto comience a decir ese doliente “vivo sin vivir en mí” reconoceremos lo que ya hemos entrevisto en la introducción, pero aquí el “porque no muero” irá sublimado por el acompañamiento que sube, en un giro de maravillosa inspiración, por encima del canto. En fin, sería el cuento de nunca acabar seguir por este camino mareante de las observaciones, pero la sensación de sosiego, el sereno dramatismo, con que se desenvuelve la estrofa “vivo ya fuera de mí...” es verdaderamente emocionante. Y que no se nos escape lo del “letrero”, porque en ese final de estrofa el “que muero porque no muero” alcanza la cima más alta de la composición (el mi bemol): es su clímax.
    En cuanto a la versión digital, he optado por encomendar “el canto” a flauta, oboe y clarinete juntos, porque me ha parecido que empastaban bien las maderas con el flautado del órgano. No he intentado ninguna expresión conseguida a base de reguladores. Tampoco Moreno los pone en la partitura. Pero uno puede imaginarse ese indefinible calor de una interpretación vocal, como si el mismo Galarraga la cantase. Creo que la impresión de conjunto es sobria y se aprecian muy bien tanto la melodía como la deliciosa armonía con la viste el maestro Moreno. Así podemos empezar a conocer a este extraordinario músico comillés al que conocí de niño, sentado él en el piano de cola de la flamante motonave “Conde de Argelejo” que nos llevó a Roma, el año 1950. Alejandro, en el DB te he dejado una versión de audio.
    Xabier, tu contrapunto futbolero es una bocanada de aire fresco, en este ambiente un poco enrarecido de mis sesudas consideraciones. Un abrazo. Rafael.

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  8. Alejandro, muy buen sonido. El flautado del órgano resulta. Menos mal que con el órgano y con los instrumentos de viento no tenemos el problema de las cuerdas: que dan tirones. Por otra parte la melodía de las voces y el acompañamiento se distinguen muy bien en todo momento. En fin, como diría Pessoa, "no es alegría ni dolor este dolor con que me alegro". Rafael.

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  9. "Al César lo que es del César"...
    Quien te lea, Rafael, pensará que he sido yo quien ha convertido en sonido esa patitura. Y, no, no es así. Ya quisiera yo tener criterio para ese "he optado por encomendar “el canto” a flauta, oboe y clarinete juntos, porque me ha parecido que empastaban bien las maderas con el flautado del órgano. No he intentado ninguna expresión conseguida a base de reguladores. Tampoco Moreno los pone en la partitura. Pero uno puede imaginarse ese indefinible calor de una interpretación vocal, como si el mismo Galarraga la cantase.". Vamos, que ni siquiera sabría escribir la partitura con las herramientas de notación musical.
    Lo que sí he hecho, como buen alumno, es seguir tu recomendación de tener a la vista la partirura mientras escucho la melodía. Lo recomiendo vivamente a todos. No es complicado: hay que abrir los dos archivos (el de la partitura y el del sonido y luego minimizar la ventana del sonido para que quede a la vista la partitura). Haciéndolo así la melodía se transforma. Permite separar mucho mejor la melodía principal y el acompañamiento del órgano; apreciar esos matices que tan delicadamente nos indicas, ese abrazo en que se funden la letra y la melodía y "se comunican su íntimo aliento"... señor! qué maravilla.
    Bueno, y ya que me he puesto al teclado, quería desvelar la peregrinación de esta crónica hasta llegar a vuestros ojos. Hace ya más de un mes que me la había enviado Ramón cubillas y a mí, ignorante, presa del desánimo tal vez, me pareció una crónica gris que no aportaba demasiado. La fui dejando estar. Y fue la insistencia de JoséMa en que diera cuerda al reloj, lo que me sacó de la pereza. Mira tú por dónde, aparecen los comentarios de JoséMa y de Rafael y yo como el famoso maestresal me digo "aquam vinum factam"?
    En fin, pretendía también bajar un poco el nivel de los comentarios que han llegado porque me consta que a algunos les inhibe los suyos. Y no me refería al tuyo, querido Xabier, con el que nos llevabas de la mano al futbol. Claro que, tratándose de "la Catedral", tenías una excua redonda (esférica?).
    Alejandro

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  10. Por la Biblioteca Nacional he conocido el CD "Dous séculos de música lucense", en el que se incluyen varias composiciones de J. A. Moreno. Entrando en el Grupo vocal "Solo voces", se puede descargar todo el CD. Te adjunto los documentos correspondientes y las grabaciones:
    -Ave María
    -Bendita sea tu pureza
    -Estrela de mar
    -Omni die
    -Tu es Petrus
    Celebro que el blog se vaya recuperando la salud.
    Un abrazo, Arcadio.

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  11. Omni die dic Mariae Mea laudes anima: Ejus festa, ejus gesta Cole devotissima.
    2. Contemplare et mirare Ejus celsitudinem: Dic felicem genitricem, Dic beatam Virginem.

    Gracias Arcadio por estas obras de Juan Antonio Moreno que nos permiten conocer un poco a este músico comillés, uno de los que “nos praecesserunt in signo fidei et dormiunt in somno pacis”. In somno pacis, o sea del olvido. Las he oído “con devoto corazón”. Las encuentro devotas, líricas, ingenuas (el Ave María, Bendita sea tu pureza, Estrella del mar, Omni die) Seguiríamos acumulando adjetivos abundando en la idea de levedad, frescura, claridad, buen hacer... pero todas lejos de lo que me imaginaba después de conocer su “Que muero porque no muero” (que, por cierto, no lo encuentro citado entre sus obras, tal como he conseguido ver en Internet) Me voy haciendo a la idea de que nuestro compositor fue una alma fina y un músico de talento, pero que no se propuso “dejar obra” (como Otaño, como Prieto...)Saludos. Rafael.

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  12. Rafael, coincido en `tu interrogante sobre el „Vivo sin vivir en mí”, que admiré siempre, que me emocionó y me sigue emocionando… y considero (tal vez por no conocer aún todas las demás) su obra cumbre. Como si él mismo la hubiera olvidado, como si no la hubiera divulgado fuera de Comillas).Que fuera por modestia, es posible, pero el hecho me deja inquieto. ¿Por qué no valió la “modestia” para tantas obras que él cantó e hizo cantar en sus días de canónigo y maestro en la Catedral de Lugo? ¿Cabría la posibilidad de que él juzgara un atrevimiento por su parte el haberla compuesto y mucho más el hacerla “ejecutar”… por corales que la cantarían con ligereza y sin profundizar en ella, el texto de inacabables estrofas, la letra que resume y perpetúa la llegada a la meta espiritual, el paraíso,la vivencia de la sublime entrega, labor de toda una vida, de Teresa de Ávila, la bandera izada en su cumbre espiritual? ¿Pensó Juan Antonio que ese texto no se hizo para ser cantado, que ello fuera una profanación? (Incluso en Comillas nunca oí que se cantara la estrofa:”¡Ay, qué larga es esta vida, qué duros estos destierros, esta cárcel y estos hierros en que el alma está metida!)
    Se encuentran citadas obras de otros autores con el título del “Vivo sin vivir en mí´ ¿Fue la modestia, fue el paso atrás del autor que se arrepiente de un inaudito atrevimiento? ¿Quién sabrá algo más sobre José Antonio, sobre su vida espiritual y sobre esta omisión?
    JoséMa

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  13. Aunque tarde como siempre, ahí va mi comentario sobre el viaje a Roma: Conservo una carta del 1 de octubre del 50 en que describo en seis cuartillas de letra apretadísima el viaje a Roma. Un tío mío soltero me había prometido aquel año una bicicleta, yo le pedí que me hiciera el cambio por las 500 pts. que nos costó el viaje a Roma. Es increíble que por esa cantidad pudiéramos pagar un viaje a Roma desde el día 14 de la salida de Comillas hasta el 26 en que regresamos, con autobús, barco, y tren y pensión completa todo incluído. Transcribo literalmente algunos detalles curiosos: "De Loyola salimos con muchísima prisa a las cinco, pues teníamos que dar a las siete el concierto en S. Sebastián, adonde llegamos justo a las siete menos cuarto. y nos preparamos rápido para dar el concierto que, si no tuvo mucho público, el que tenía era esquisito, pues había varios compositores y directores y por eso salió bordado en cuanto a matices, pues las voces fallaban bastante por el cansancio...." Me pregunto ahora: ¿Solía hacer esto siempre el P. Prieto o nos preparaba las voces antes de cantar ante el público?
    La comedura de coco que teníamos con el papa Pacelli era tremenda. "Por la tarde -transcribo de nuevo- fuimos temprano a las tres y media a S.Pedro para tener la Audiencia general con el Papa... al entrar el Papa parecía que la basílica se iba a hundir..una vez calmados los vítores el papa fue a los únicos que nos dirigió la palabra pues a las otras peregrinaciones sólo hacía que nombrearlas; a nosotros nos habló en buen casellano durante unos 5 minutos. La emoción entonces ya no tuvo límites sobre todo en el momento en que pasó a metro y medio cerca de mí y le ví a la perfección ùes me había subido a una de las columnas de Bernini, mucha gente quería saltar para besarle la mano, pero estaban los suizos delante..etc.." En otro momento escribo: " Por la mañana tuvimos mañana libre. Yo con el P. Prieto y otros 4 nos fuimos a subir la Escala Santa de rodillas, pues haciendo ésto y rezando alguna jaculatoria ganaríamos indulgencia plenaria y aunque estaba abarrotada de gente sim embargo nos logramos escurrir y subirla..." Queda alguien de los cuatro que vivimos con Prieto esta experiencia. Bueno Erauskin, que de buena te libraste yendo con tu padre al partido del Atletic...Tengo intencíon de transcribir todo el relato, que me parece impresionante viendo las mentes que teníamos, cuando yo en concreto iba a cumplir mis 16 años... Tengo que dejar por ahora, pero volveré enseguida para comentar algo sobre Moreno. Acabo de escuchar los midis de Arcadio y ya tienes más elementos de juicio para dar tu opinión. Hasta pronto. Joaquín

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