jueves, 21 de abril de 2011
La colmena. Rafael Manero
Es lo que me ha sugerido el primer golpe de vista: un agitado zumbido de abejas, instantáneamente reducidas al silencio y a la inmovilidad por la voz del fotógrafo: “¡Attenzione!”. Se trata de la foto oficial de la peregrinación a Roma de la Universidad Pontificia , con la Schola en pleno, en el Año Santo de 1950. En el centro, en el sitio que debiera ocupar la abeja reina, aparecen un conjunto de personas que forman el núcleo aglutinante del enjambre: in primis. el Padre Janssens, General de la Compañía , un obispo antiguo alumno, el Rector Magnífico de la U.P. Padre Pardo y el Conde de Ruiseñada, heredero del Marquesado de Comillas. La corte de V.I.P. ... (+)
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Precioso punto de meditación, Manero, el que nos ofreces volviendo cincuenta años después a retratarte junto con Zurbano ante la soberbia fachada del Gesù. Azorín, tan agudo observador, tan atento a lo diminuto, tan sensible al paso del tiempo, escribía en “Castilla”: “Del pasado dichoso sólo podemos conservar el recuerdo; es decir, la fragancia del vaso”. La fragancia del vaso: las luces, los sonidos, los perfumes de que hablabas el otro día.
ResponderEliminarPara poner algunos nombres más en tus recuerdos aquí te van unos pobres datos.
Embarcasteis en Barcelona el lunes 18 de septiembre rumbo a Roma. El barco que os llevó fue el “Conde de Argelejo”, bonito barco de 121 metros de eslora construido dos años antes, que pasaría a la Trasatlántica en 1952. Entonces le cambiarían el nombre, poniéndole el de “Virginia de Churruca” en memoria de la difunta marquesa de Comillas.
El 22 de ese mes, el cronista de “ABC”, comentando la presencia de peregrinos españoles –airosas mantillas, piragüistas universitarios y militares–, escribía desde Roma hablando de “los seminaristas de la gloriosa Universidad de Comillas, con un alférez de España y de la Santa Sede, portaestandarte del nombre insigne, como Juan Claudio Güell, al frente de la peregrinación”.
El obispo que aparece en el centro de la fotografía es don Eduardo Martínez González, nacido en 1896 en Mancera de Abajo, que se había doctorado en Filosofía y Teología en Comillas y que era, a la sazón, obispo auxiliar de Toledo. Ese mismo año, en diciembre, le nombraron obispo de Zamora.
En la página 1 del documento “Prensa. Años 1950-59”, que se encuentra en el ARCHIVO HISTÓRICO de la web de la Asociación, tienes alguna cosa más.
Saludos,
Ramón
Ramón, perdona que rompa la solemnidad y la esquisitez expresiva, tanto del escrito de Manero como de tu comentario: eres la caña, tío!
ResponderEliminarAsí de paso, facilito el camino a quienes querrían decir algo pero, estando el listón tan alto, no se atreven.
A lo largo del año y pico que llevo metiendo horas en esta tarea, he sentido unas cuantas veces que realmente merecía la pena. Esta es una de ellas. Gracias y enhorabuena a los dos. Prosit, que descanséis.
Me alegro de que merezca la pena. La verdad es que me parece algo mágico el que los datos que va apuntando Ramón, vayan dibujando perfiles precisos sobre esas vagas manchas de color que tiñen mis recuerdos. Ahora veo la estilizada y elegante silueta de aquella motonave de lujo que nos llevó desde Barcelona hasta Génova: el "Conde de Argelejo", sí señor. A los chicos nos instalaron para pasar la noche en unas hamacas situadas en una zona resguardada de cubierta. El conde y las damas que lo acompañaban pasaron a darnos las buenas noches y nos repartieron mantas. A media noche, apremiado por imperiosas necesidades fisiológicas, tuve la osadía de meterme en las entrañas del barco y terminé perdiendo el sentido de la orientación. En aquel lujoso dédalo de pasillos no supe ya dónde estaba la proa ni la popa, ni hacia dónde iba el barco. Abrí una puerta al azar y me encontré en una estancia que estaba totalmente a oscuras. De pronto oí algo así como un grito sofocado y unas manos me arrastraron de nuevo al pasillo. Me quedé absolutamente desconcertado. Una de las doncellas del servicio me estaba echando una bronca, porque me había metido la suite del señor Conde. Desembarcamos en Génova hacia el medio día y nos cruzamos con una manifestación del Partido Comunista Italiano. Imaginaos esa mancha de tinta china que aparece en la foto, todos ensotanados, cruzándose con una marea de banderas rojas. Se nos quedaban mirando y oímos algunas voces que nos gritaban: “¡Fanatici!”. La cosa no pasó de ahí: sencillamente intercambiamos fanatismos. Como ves, Ramón, con ese “Conde de Argelejo” tengo yo una historia un tanto azarosa. Tu precisa y preciosa cita ha sido “mi magdalena de Proust”. De nuevo, gracias. Rafael.
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