martes, 19 de abril de 2011

La formación musical en la "Ponti" de 1917

"Así se veía desde dentro la formación musical a los veinticinco años de la fundación de la Ponti".

Ramón Cubillas

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7 comentarios:

  1. Ramón, tú siempre tan sorprendente con tus descubrimientos. A propósito de los recuerdos que me ha suscitado Arcadio con su crónica del entierro del Marqués, tengo dos o tres acontecimientos fúnebres (entierros de primerísima clase) que no sé en qué año situarlos ni quienes fueron los difuntos protagonistas. El primero debió de ser en el año 49 o en el 50. Algún miembro de la familia Güell debió morir, porque en la foto (que he enviado a Alejandro) en la que estamos retratados todos los que acudimos en Peregrinación a Roma el año 50 (Año Santo), todos los miembros de la familia del Conde llevan luto (brazaletes y corbata negra) El otro entierro, años después, debió de ser el del Conde. Yo creo que en ambas ocasiones se cantó lo mismo en el Panteón...Cuestiones que propongo a tu incansable espíritu investigador. Estoy seguro de que ajustarás el objetivo de tu cámara y nos darás unos espléndidos primeros planos de semejantes aconteciminetos. Un cordial saludo. Rafael.

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  2. Amigo Rafael, en este apartado de comentarios no se puede colocar la foto, así que haré una nueva entrada en la que aparezca esa foto tan especial como ilustración al comentario que me acabas de enviar. Vamos a esperar a mañana para no restar protagonismo al trabajo que acabo de publicar con las greguerías de Gómez de la Serna

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  3. Manero, por lo que he podido encontrar por ahí, husmeando un poco, al margen de esa primera intervención del reducido sobre los años 1949 o 1950 de la que recuerdas el ofertorio de la misa de Réquiem de Goicoechea, hay cuatro ocasiones notables en que intervino bien la Schola, bien el reducido, y que hacen al caso.

    La primera de ellas, cuando en 1953, el domingo 19 de abril, son trasladados los restos del segundo marqués de Comillas a la iglesia pública de la Universidad. En este acto se cantó el “Libera me” de Casimiri. Todo esto lo puedes leer en esta página: http://www.filosofia.org/ave/001/a174.htm.

    La segunda, en el entierro del teniente legionario paracaidista Antonio Ortiz de Zárate, que había muerto tiroteado en Ifni el 26 de noviembre, allá por diciembre de 1957. Lo puedes leer en la página 16 del documento “Prensa. Años 1950-59”, que se encuentra en la página “Archivo histórico” de la web de la Asociación.

    La tercera ocasión fue la del entierro del conde de Ruiseñada, que había fallecido en Tours, en abril del 58. En las páginas 19 y 20 del mismo documento puedes leer la crónica y ver una foto del acto. Los funerales se oficiaron en la Universidad y después se trasladaron los restos al palacio de Sobrellano.

    La cuarta, un año después, en el aniversario de la muerte del conde de Ruiseñada. Entonces se interpretó a Goicoechea y Casimiri. Esto, en el mismo documento, pág. 21.

    Ese otro entierro “de primerísimo clase”, y primero que recuerdas, deberá esperar algo. Trataré de encontrar algo.

    Saludos,
    Ramón Cubillas

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  4. Buena memoria, Manero. Según leo en La Vanguardia (21 de febrero de 1950, pág. 12), el día 19 había muerto en San Sebastián doña Virginia de Churruca y Dotres, condesa de Güell, marquesa de Comillas, etc., esposa del conde de Güell, marqués de Comillas. La iban a enterrar en el panteón familiar de Comillas el día 22. De lo mismo informa también el ABC del mismo día.
    Imagino que sería este el entierro del que tienes recuerdo haber tenido lugar en torno a 1950. Y lo siento, pero no hay “primeros planos”, al menos por ahora.
    Ramón Cubillas

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  5. No sabes, Ramón,las satisfacciones que me has proporcionado con tus investigacione. Uno guarda de ciertos acontecimientos como un aura que no se deja atrapar. Quedan vagando por la memoria luces, sonidos, incluso perfumes. Uno se ve, con roquete y esclavina, absorto y desazonado ante las esculturas de Llimona del Panteón. Casi sin atreverse a mirar aquellas túnicas que transparentaban la belleza juvenil de los cuerpos y la desolación causada por la muerte. Y vuelve a sentir aquella impalpable huella de tristeza que dejaban flotando en el aire las músicas, las ceremonias de oro y negro, los interminables ratos de vela de los grupos de seminaristas ante el lujoso túmulo, en el salón del palacio, dejando perderse la mirada, entre el aburrimiento y el asombro, por las pinturas del friso alto. Y aquel pulular de roquetes y sotanas por la cuesta de la Cardosa, como procesión de hormiguitas dolientes, mientras el doblar de las campanas encogía un poco el corazón. En fin, todo aquello, tan deshilachado y confuso, se pone en orden y adquiere consistencia de hacho histórico, con fechas y nombres, gracias a tus escritos, Ramón. Así es que ¡muchas gracias, Ramón!.
    Rafael

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  6. Xabier S. Erauskin25 de abril de 2011, 1:47

    Prodigiosa la memoria de Rafa Manero y su maestría en la evocación del “aura” en el traslado de los restos del “Marqués” del panteón a la Iglesia del Seminario, cuadro no por vagaroso, menos vivo de aquel lejano Comillas de los cincuenta. Yo también estaba allí pero mi memoria no tiene nada que ver con la de Rafa. Apenas tengo recuerdos. En cambio conservo unos cuadernillos donde apuntaba incidencias día a día en los que a pesar de su ligereza y superficialidad me sirven para reconstituir episodios puntuales. Aquí está lo que he encontrado de esta efeméride;
    “Dia 19 de abril de 1953. Misa a las nueve. Oficia el obispo de Santander, Eguino. Hay tambien otros obispos; Lauzurica de Oviedo, Eduardo Martinez de Zamora, Ibáñez de Jaca, Fidel Garcia de Calahorra y el Cardenal Prenuncio Cicognani.
    A las once, bajada hacia el panteón de los marqueses. Con Alonso Valero y Obdulio, nos movemos alrededor del Capricho y el Palacio. Solo entramos un momento en el vestíbulo que está lleno de gente. No se pueden ver los restos del Marqués pero dicen que algunos han podido distinguir, al abrir la caja, una especie de cosa negra descompuesta y que se sacaron dos litros de agua del ataud. Esperamos casi dos horas. A la una nos ponemos otra vez en marcha de procesión hacia el seminario. En la Iglesia tras el impresionante “Libera me” de Casimiri que canta la Schola en el coro, se monta un lío tremendo con la caja que no entra en el sepulcro hasta el punto que entre martillazos y crujidos tienen que rizar y devastar la caja. Vamos a comer muy tarde, a las tres y media.
    A las cinco y media se celebra el acto en el Paraninfo en honor del Marqués. Filos (sic) desarrolla el tema “El fundador del seminario”. Valbuena hace una semblanza de la vida del Marqués. Luego interviene el Padre Gallejones (¿). Los retóricos mejor, con dos poesías, muy buena la de Zurbano, con el cuadro de Sotomayor del Marqués como pretexto, y la otra de Dueñas declamada “more Penagos”. Palabras finales del Rector. Lo mejor, la Scola con la Coral de Bach “Descansa en paz” y el imponente “Coro de Peregrinos” de Tanhauser de Wagner con un solo magnífico de Bailo.
    El día ha terminado redondo. En la cena anuncia Navarro (el bedel) entre el barullo consiguiente que el Nuncio ha concedido cinco días de vacaciones ¡Qué bruto! .”
    Lo de la apertura de la caja tenía su miga. Tantos años en los recreos del Seminario Menor recibiendo la chapa del Padre Regatillo (postulador de la Causa de beatificación de don Claudio) habían llegado a calar en muchos que esperaban la “apertura” para gozar del milagro definitivo del cuerpo incorrupto del Santo Marqués. No fue así y el olor de santidad se transformó de golpe y porrrazo en contundente esencia de metanol podrido. La desolación de Regatillo y fans del Fundador debió de ser gloriosa.
    Xavier S. Erauskin

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  7. Xabier S. Erauskin25 de abril de 2011, 2:04

    Ah! Me olvidaba. El año 1985 se jugó el “partido de vuelta” de la gran efeméride que ha recordado con exquisito tono evocador Manero. Los restos del Marques descendían, ahora en estricta clandestinidad, hasta el panteón de Sobrellano del que había sido arrancado treinta años antes. Cerraba así su destierro en el que tan a regañadientes había entrado con chirriante disconformidad al instalarse en el nuevo sepulcro de la Iglesia del seminario en una mañana de abril de 1953.
    El incansable y hasta pesadito Postulador de la Causa de Beatificación del Santo Marqués era el Padre Regatillo. Entrañable en el trato, alimentaba la revista “Sal Térrae” donde destripaba ingeniosamente los mas absurdos casos de moral (“latino sermone” los del Sexto-Sexo) con una perspicacia digna del mejor Conan Doyle.. Por otra parte mantenía abierto en la trasera de la Iglesia, a la noche, un solicitado confesionario de mucha clientela. Condonaba generosamente poluciones nocturnas o diurnas de pertinaces pecadores por la módica calderilla de algunos padrenuestros o, todo lo mas, con el plus de algunos rosarios completos.. ¡Era un santo! pero un santo empeñado en santificar igualmente a un marqués que se negaba a brindarle algún milagro que facilitase su noble empeño de Postulador. Aparecieron brumas y hasta nubarrones en el currículum del beatisimus prócer. Murió el Padre Regatillo y se empantanó el proceso.. hasta hoy.
    De los rocambolescos episodios de la Causa y sobre todo de la azarosa y rica aventura humana y “divina” del Marqués hay una magnífica biografía, del doctor en Ciencias políticas y Sociología, Enrique Faes, publicada el año pasado. Subraya la importancia de su figura no solo empresarial sino también política, referencia capital de un estilo de catolicismo conservador y militante en el contexto histórico español de las primeras décadas del siglo XX. Por cierto que también se hace eco del traslado de los restos del Marqués del año 53. Enrique Faes desentraña con agudeza el sentido y trasfondo de aquel episodio, aludiendo de pasada al estado de los restos y al frustrado rumor de la incorruptibilidad del cuerpo.
    Xabier S. Erauskin

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