miércoles, 5 de octubre de 2011

Las bodas de oro del Seminario

La verdad es que los seminaristas de entonces teníamos preocupaciones muy al margen de los datos pomposos conmemorando los Cincuenta. El 14 de  febrero del 1941, el ciclón que asoló e incendio a la mitad de la capital, Santander, dejó sin tejas nuestro Seminario Menor, bastantes cuartos del  Filosofado y el Teologado sin tabiques intermedios y  sin electricidad a las dos casas. Por semanas estuvieron las carreteras a Cabezón y a Torrelavega, nuestro acceso a los víveres, entre nada y poco accesibles, porque había necesidades más urgentes y era escasa la gasolina por el bloqueo internacional al régimen de Franco. Con el piso sin techo de las camarillas (dormitorio de San Fernando) , dormíamos los pequeños en la Biblioteca general, dos pisos más abajo y ya en seco; mi cama estaba entre los anaqueles de la Teología Moral. De la cena a la cama  las filas en sombra, vagamente iluminadas por los tres o cuatro con candiles... ( + )
José Manuel Ruiz Marcos

2 comentarios:

  1. Aquellos bichitos de las legumbres, JoséMa, sin duda "tenían vocación". Y perseveraron... En mis tiempos, años 60 y pico, aún seguían navegando en el caldo.

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  2. Josema ambienta con trazos vivos y cercanos el antiguo aire respirado, casi irrespirable, de aquellos años de plomo que coincidían a veces con grandes o ceremoniosos eventos. Ahora evoca admirablemente las repercusiones en la vida del Seminario del pavoroso incendio de Santander. Es el trasfondo caliente de una historia que está en los papeles o en el vago recuerdo de los mayores pero que solo cobra intensidad cercana cuando nos llegan relatos certeros como los de nuestro amigo. Ese contrapunto a la historia le da su mejor sentido. Se recompone con esos retazos familiares y llenos de frescura que nos identifican con un pasado al que no reconocemos en las historias al uso. Llegué a Comillas seis años después con once años (el 46) pero me “suena” muy cercano lo de Josema aunque aquellos años de plomo empezaban a teñirse de bronce.. por mas que se mantuviese los bichitos que continuarían, por lo visto, con los “amigos de los 60”.
    En aquel “guetto” en el que vivíamos (superguetto del asfixiante guetto nacional) habría que hacerse con las noticias, ya en Retórica, arrancadas en fugaces visitas al periódico de la barbería, que para algo estaba en el tránsito del Menor (en realidad solo nos interesaba la “Hoja del Lunes” de Cantabria por los resultados de fútbol) . Pero esa es otra historia que no tiene lugar en un blog donde la Scola es su verdadero cordón umbilical. ¡No estropeemos el parto! En todo caso, Josema, sigue con tus estupendos relatos de historia doméstica. Algunos, al menos, los celebramos y agradecemos de todo corazón.
    X. Erauskin

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