martes, 25 de octubre de 2011

Más "cosas" de Ramón

Como iniciaste la sección de Música y músicos de Comillas en la web, y se quedó allí un tanto olvidada después de publicar la «Marcha de san Ignacio» de Otaño y la «Suite en mi menor» de Prieto, y ya que se empezó la sección con piezas no religiosas, te adjunto una canción montañesa de Otaño y su interpretación por Alfredo Kraus.
(Acceso a partitura y audición en la página Música y músicos comilleses >> )
Para otro dí reservo más.
Te adjunto también las carátulas de un disco que, pienso, convendría digitalizar. Nuevamente, el padre Prieto componiendo en francés y los muchachos de Saint Laurent interpretando.
Un abrazo,
Ramón Cubillas

Te adelanto respuesta, Ramón, por este medio para que los demás amigos y amigas estén debidamente informados. La página Música y músicos comilleses es un ambicioso proyecto que pretende reunir obras, partituras, intérpretes y comentarios de las músicas y músicos que cantábamos... Pero, ya sabes, la crisis lo explica todo. No hay presupuesto para ampliar la plantilla. Es una labor "laboriosa" que obliga a reagrupar muchos de los contenidos de las páginas "Partituras", "Auditorium" "Comentarios musicales", entre otras. Iremos poco a poco, ¿no?
Alejandro 

2 comentarios:

  1. Esa deliciosa composición de Otaño, cantada por Kraus, es otra de tus interesantes aportaciones. Al menos a mí, infatigable Ramón, me siguen sorprendiendo muchísimo. De la vena folklórica de Otaño, aparte de la Suite Vasca, solamente conocíamos los de mi tiempo, por haberlos cantado en la Schola, sus grandes poemas corales a cinco y seis voces mixtas como “La Montaña”, “El Calangrejo”, “Negra sombra” (sobre la conocida melodía de Montes) y alguna más; pero estas canciones montañesas para voz y piano yo no las había oído nunca. Ésta, titulada “Son las once...”, me ha encantado. Hasta hoy no había dado con ella. Se me había pasado, sin darme cuenta, el enlace puesto por Alejandro para que pudiéramos ver la partitura y oír la interpretación de Alfredo Kraus. Veo que Otaño nos dice en la partitura que recogió esa melodía en Potes. Tiene un encanto especial saber que esa composición es fruto directo del contacto del folklore “vivo” con la fantasía de Otaño. Si le echamos un vistazo, nos daremos cuenta del delicioso humor con que está tratada la armonización . Esas cuatro notas iniciales de piano, según nos advierte el compositor, imitan “los cuadrantes”, es decir, los cuartos del reloj que preceden a la hora. Y, a renglón seguido, antes de que se oiga la voz, y como haciéndonos un guiño para que no se nos pase por alto, va “numerando” las once campanadas de la 1 a la 11. La sabrosa picardía de la letra “Me dijiste que a las diez, son las once y no has venido...” se tiñe de una delicada melancolía en el acompañamiento del piano. Y al final, en la coda, vuelven a sonar insistentes las “once” campanadas, y de nuevo nos advierte entre paréntesis, para que no nos despistemos: “(Repetición de las 11)”. Humor y melancolía; y si encima contamos con la interpretación de Kraus, miel sobre hojuelas.

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  2. Manero, mil gracias por tu comentario, que desentraña el trabajo de Otaño. Con él nos revelas a los ignorantes –imagino que no soy el único, de ahí el plural, aunque sí el mayor– sentidos de la composición que nunca se me hubieran ocurrido, por más que tuviera delante la partitura a la par que escuchaba la interpretación de Kraus. La audición posterior tiene para mí significados que antes no tenía.

    ¡Válame Dios! (Me parece oír al padre Teófanes.) ¡Lo que se encierra en unas pocas notas de piano!
    Ramón Cubillas

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