sábado, 17 de diciembre de 2011

El órgano de Otaño

El órgano de la foto, un gran recuerdo para muchos de nosotros, se construyó por encargo del Padre Otaño para el paraninfo del Seminario con motivo de grandes festivales y otros actos en conmemo­ración de las Bodas de Plata, allá por el 1917.
En los actos celebrados en la Casona por aquellos tiempos alternaron afamados organistas de entonces, Echeveste, Guridi, Gabiola, Martin Rodriguez y otros. Luego, ya en ausencia del Padre Otaño, fue trasladado este órgano a la capilla de San José. Allí lo vi, una silueta difícil de olvidar, y lo oí durante mis años de Seminario Menor, del 1938 al 44. Funcionaba a base de un fuelle que se inflaba a mano y uno de mis condiscípulos, Ramón Fernández Vallejo, de Trasvía, fue por meses el encargado del nada suave trabajo muscular, hasta que a principios de los 40 funcionó por electricidad.
En 1991 se traslada este órgano a la iglesia de la Residencia de los Jesuitas en Miranda de Ebro y hace 14 años se instaló en la iglesia del Milagro de San José en Salamanca.
Todos estos datos me los acaba de dar Enrique Campuzano, cuando le felicité y comentamos el nombramiento que se commemora en el blog.
José Manuel Ruiz Marcos

3 comentarios:

  1. Como dices sería, Josema. Por lo que leo en ‘El Seminario Pontificio de Comillas’ del padre Camilo María Abad, se estrenó precisamente ese órgano en el concierto que tuvo lugar en la tarde del 12 de julio 1917. Escribe así el jesuita:
    “De la grandiosidad del concierto darán idea los datos siguientes: En el salón sonaban a un tiempo, a falta de una buena orquesta, un magnífico piano de cola, un gran armónium, un piano-pianola y un órgano de salón que se estrenaba en este acto”.
    Poco duró este órgano en el paraninfo. Estaba ya en la capilla de san José en 1927, año del imprimatur, aunque pienso que ya estaría en 1925, pues firma el padre Abad el envío del escrito que le hace a la Marquesa viuda en septiembre de este año:
    “… y para los servicio del culto es ya hoy de gran realce el órgano que un tiempo sirvió en el salón de actos para los conciertos musicales”.
    Ramón Cubillas

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  2. Pues si pasamos de la información a la vivencia, ¿cómo dejar a un lado al hermano Prieto? Tres cursos estuve en Comillas y los tres pertenecí al pequeño coro que allí, en la capilla de san José, cantaba en las misas. Y el hermano Prieto, sentado ante el teclado, los brazos cruzados delante del pecho, inclinada la cabeza hacia delante, armado de paciencia. No pensé nunca que disfrutara con ello. Parecía más bien una rutina que tenía que soportar. Alguna vez, aturdidos ya los oídos, hacía oír su voz: “¡Ese moscardón!” Y el moscardón era yo.
    Ramón Cubillas

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  3. Sobre ese órgano tendría mucho que decir Gregorio Azagra, en el que, desde muy jovencito, nos admiró con sus perfectas interpretaciones

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