sábado, 9 de abril de 2011

Con Bergamín y la música. Xabier Erauskin

De acuerdo amigo Rumarcos. No se puede mezclar en turbamulta los aforismos de José Bergamín. Pero tampoco sería demasiado aconsejable ordenarlos en salas estancas so pena de traicionar el expreso punto de vista francotirador del escritor. J.B almacena un pensamiento inclasificable y desconcertante, muy emparentado con su maestro y amigo, el Unamuno del "Contra esto y contra aquello". Por lo mismo como pensador y como persona fue una figura controvertida. Sus opiniones, plasmadas a menudo en expresiones intemperantes o provocadoras se reflejan también en estos aforismos musicales, en los que emergen fobias y filias.... (+)

5 comentarios:

  1. Qué sabroso es todo lo que nos ofreces, Xabier! ¡Qué sabrosos y qué inquietantes, estos aforismos de Bergamín!La música, que no dice la verdad, porque entonces mentiría...¡Qué juego de espejos, mentirosos, de tan verdaderos o "viceversa", "a la inversa"! Esto me recuerda aquellos versos de Pessoa:(no los recuerdo en portugués -¡cómo me gustaría!- pero viene a decir)
    "El poeta es un fingidor
    finge tan completamente
    que hasta finge que es dolor
    el dolor que en verdad siente" et reliqua...
    Al fondo de esa mentira -poética o musical- está la verdad del corazón. Con lo cual, nos quedamos irremediablemente "heridos de amor huído". Rafael

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  2. Vuelvo a comentar, porque en esos aforismos hay muchas cosas que me admiran. Por ejemplo:¡Los adjetivos! He leído este aforismo de Bergamín y me he quedado maravillado de su forma de adjetivar. Decía Josep Pla que el secreto de la buena literatura está en el adjetivo. Adjetivar los sustantivos, poner detrás de un sustantivo el adjetivo que le corresponde no se puede hacer a la ligera: el adjetivo debe ser inteligible, claro y además, si es posible preciso. ¿No es una maravilla esta forma de adjetivar de Bergamín?
    "Debajo de la tierra, el silencio es tenue, sutil, agudo, fino, ligerísimo; como la huída de una sombra. Música de topos.
    - Debajo del mar, el silencio es claro, denso, cuajado, transparente, luminoso: como la inmovilidad aparente de los astros. Música de estrellas"

    Me quito el sombrero, Xabier, ante tu amigo. Rafael

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  3. Gracias, Erauskin, por tus aclaraciones y más gracias aún por ese nuevo ramillete de aforismos de Bergamín, ahora en salas de museo agrupados: una de pintura ontológica, otra de bodegones y una tercera dedicada al retrato.

    Manero, amigo, ya veo que te acostaste con Bergamín y que todavía esta mañana te clavaba las espuelas en el alma y rumiabas esas escogidas flores que nos ha regalado Erauskin. Bien. Y veo que seguimos en el mismo camino de las verdades y las mentiras espejadas. ¡Paradójico Bergamín! Para empezar, te dejo aquí los versos de la “Autopsicografia” de Pessoa para que no tengas que recordar:

    O poeta é um fingidor.
    Finge tão completamente
    Que chega a fingir que é dor
    A dor que deveras sente.
    E os que lêem o que escreve,
    Na dor lida sentem bem,
    Não as duas que ele teve,
    Mas só a que eles não têm.
    E assim nas calhas de roda
    Gira, a entreter a razão,
    Esse comboio de corda
    Que se chama coração.

    Y sigo. Traes, del engaño de la música, la mentira del poeta que finge su dolor. Ciertamente el dolor desempeña un papel relevante en el arte en general. Como afirma Fr. Antonio de la Virgen del Carmen en un precioso librito con el título “Al arte por el dolor”, que tengo en las manos y sigo, “Sólo en el dolor encuentra el artista la íntima vivencia de lo bello”. No se puede ignorar esto si se tiene en cuenta que el artista es hipersensible al sufrimiento: si no hay sacudimiento doloroso del alma, no hay artista, ni arte. Esta personalidad dolorosa del artista se trasvasa a su creación muchas veces a través de una temática dolorosa. Basta pensar en Beethoven, en la Sonata n.º 8, “Patética” o en el coro de la Novena sinfonía, “grito doloroso de un desgraciado que invocaba a la felicidad”. O en Goya, sordo, con trastornos esquizofrénico-paranoicos, que crea esos Caprichos poblados de brujas, monstruos, fantasmas.

    Tenemos, pues, ya el dolor como punto de partida y tenemos la obra artística dolorosa que lleva a superar ese mismo dolor. Ejemplos, los citados. Pero no se nos puede olvidar que, aparte de ser el arte expresión de los estados mentales del artista, es “mímesis”, “imitatio” (teorías del arte distintas que pueden complementarse): es otra vez la imagen reflejada y, además, ahora, con la envoltura de la “téchne”, lo que no significa engaño.

    Así que, en definitiva, dolor o no dolor, el arte no puede más que imitar la emoción, la pasión del artista; y “si la música dijera la verdad, mentiría”. De otra manera: el grito de la madre que ve cómo una bala perdida mata al hijo de sus entrañas, si es verdadero, no es arte; y si se le pone música, color o letra, no es verdadero.
    Ramón Cubillas

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  4. Ayer intenté escribirte unas línas, Ramón, pero este ordenador se me rebela de vez en cuando y, a pesar de mis esfuerzos por sacarlas a flote, me las devoró. Venía a decirte, más o menos, que tu conclusión tiene la claridad de quien no se ha perdido por el bosque de las metáforas:el grito de la madre que ve cómo una bala perdida mata al hijo de sus entrañas, si es verdadero, no es arte; y si se le pone música, color o letra, no es verdadero. Así es, aunque tenga otro tipo de verdad que se nos escapa, difícil de definir. Pienso en el "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías" de Lorca, con música de Fernando Remacha, que algún día traeré al blog. ¿podríamos llamarla verdad del arte? Sin duda, en el terreno del aforismo escueto, afilado y provocativo se puede llamar a esta verdad "mentira", pero una mentira que conmueve y nos vuelve a poner de nuevo en la linde del bosque del misterio. (o algo por el estilo) Un saludo. Rafael

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  5. Agustín Rodriguez12 de abril de 2011, 8:15

    Entre ese alucinante arsenal de aforismos que descubres en el Bergamín tuyo, que es el único verdadero, me he quedado de piedra rumiando éste: La música es una introducción a la muerte. !Que verdad insólita y profunda! Y que auténtica! Esos aforismos sobre la música marcan a cualquiera
    Agustín

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